El Ministerio de Trabajo de España ha publicado recientemente un informe donde analiza el impacto que tiene sobre la salud mental de los trabajadores la precariedad laboral y los bajos sueldos, así como las situaciones de riesgo o estrés.
El documento advierte de la necesidad de desarrollar regulaciones relativas a las relaciones laborales que estén más cerca de un "sistema productivo democrático y realmente sostenible en el marco de un decrecimiento material justo y una economía circular". Asimismo, hace hincapié en la importancia de proteger el empleo por parte de las administraciones públicas y en que exista una "atención pública integral de la salud como derecho universal".
Desde el Ministerio definen la precariedad laboral como un "fenómeno multidimensional, dinámico y complejo relacionado con mecanismos de explotación, dominación y discriminación". Además, comentan que tiene que ver con "un proceso histórico que resulta de la interacción de diversos factores socioeconómicos y políticos, conectados a las inercias del capitalismo y de la evolución del sistema productivo y la organización de las empresas y el trabajo".
El informe agrupa las principales características del mercado laboral español, entre las que destaca: “una tasa de desempleo muy elevada en comparación con países de desarrollo similar; una gran variabilidad del volumen de empleo en cada ciclo económico; un elevado nivel de precariedad laboral (bajo salarios, inseguridad, excesiva temporalidad, etc); un gran volumen de pequeñas y medianas empresas; y una baja tasa de ocupación femenina”.
PRECARIEDAD LABORAL
En España, si se suman los datos del segundo trimestre de 2022 en relación con el mercado laboral, más de la mitad (50’8 %) de los trabajadores, que suponen unas 23’4 millones de personas, “estaría en situaciones de precariedad”.
En el caso del sector veterinario, el informe que presentó la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE) en 2022, relativo a la situación socioeconómica y laboral del sector en España, relataba que la situación "resulta realmente preocupante, pues según datos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral realizada por el Instituto Nacional de Estadística (2022), el salario medio neto mensual de este sector, alcanzó los 1.304,99 euros, alejándose de aquellos de menor cuantía dentro del conjunto de actividades de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE), como los de las actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento, los servicios sociales o la asistencia en establecimientos residenciales, que hasta 2019 habían sido muy similares. Sólo en el año 2020 este indicador se incrementó un 14,66 % con respecto al ejercicio precedente, impulsado, sin duda, por la firma del primer Convenio Colectivo de Centros y Servicios Veterinarios. De todos modos, el salario neto mensual de las actividades sanitarias (2.165,16 euros) al final de 2020 era aún un 65,91 % superior al de las actividades veterinarias, por lo que el sector tiene por delante un amplio campo de mejora en este sentido, en la búsqueda de optimizar, en la medida de lo posible, las condiciones sociolaborales y salariales de sus trabajadores".
Asimismo, demandaban que las empresas veterinarias garanticen un salario mínimo a los jóvenes, pues éstos encuentran muchas dificultades para acceder a un trabajo como profesional de la salud animal.
BRECHA DE GÉNERO
En lo que concierne al sector veterinario, "la brecha salarial que existe sin ninguna duda en el sector veterinario español no se origina en el género, sino en la edad, y se debe en gran medida a que el mayor número de profesionales veterinarias son jóvenes y han accedido más recientemente a la profesión, en peores condiciones laborales y salariales".
En la última década, el acceso a la profesión de las sucesivas promociones de egresados veterinarios, en su mayor parte mujeres, se ha producido con unas condiciones salariales y laborales deterioradas principalmente para las cohortes de trabajadores a las que pertenecen los grupos de edad más jóvenes. "Este escenario se conforma de esta manera como propicio para que se pueda producir una brecha salarial de género", recoge el último informe que presentó CEVE.
A nivel general, “la brecha salarial de género en salario bruto por hora es del 9,4 % (20,9 % si tenemos en cuenta el salario medio anual), y es el resultado de combinar cuatro factores fundamentales: mayor presencia femenina en empleos a tiempo parcial; carreras laborales más cortas de las mujeres en los sectores profesionales con mayores diferencias salariales; más mujeres en empleos con bajos salarios; discriminaciones encubiertas en la obtención de complementos salariales, valoración de puestos de trabajo, etc”.
IMPACTO EN LA SALUD MENTAL
Los bajos salarios sumados al contexto en el que trabajan los veterinarios: “muchas horas de trabajo, trato con los clientes, gestión de la clínica, casos complejos con pacientes… Todo esto son ingredientes para tener un fuerte nivel de estrés”, explicaba Iago Roel, doctor en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela, en declaraciones a Diario Veterinario.
El síndrome de burnout, un síndrome que se manifiesta en el trabajador mediante un agotamiento emocional, físico y psicológico, suele ser una patología muy común en los profesionales, tanto del sector público como de la empresa privada, con alto nivel de interacción con los usuarios, como es el caso de los veterinarios.
Una investigación realizada entre veterinarios españoles recogía que “un 30 % de las personas que participaron en el estudio estaban en riesgo de padecer burnout, y un 12 % ya estaban padeciéndolo”, aseguraba la experta Nuria Tabares, licenciada en Veterinaria y especialista en coaching en el entorno laboral.
En España, este “agotamiento” no está calificado como accidente de trabajo o enfermedad profesional, lo que, según el Ministerio, “dificulta el establecimiento de planes de prevención y protección a nivel institucional y colectivo, y, por tanto, actúa, en último término, como factor precarizador para las personas que padecen estos problemas”.
En términos generales, el informe del Ministerio relata que “la ansiedad y la depresión son los dos principales cuadros clínicos responsables de la carga de enfermedad de los problemas de salud mental”, y que “España tiene una elevada prevalencia de problemas de salud mental en la población de 15 años o más”.
Atendiendo a los datos que aportan, “el 5,8 % de la población tiene ansiedad crónica (1 de cada 12 mujeres, 1 de cada 28 hombres, 1 de cada 12 personas desempleadas, 1 de cada 23 personas que trabajan y 1 de cada 4 personas incapacitadas para trabajar) y el 5,3 % depresión”.
RECOMENDACIONES
El informe concluye que “para hacer frente a los retos de salud mental de los próximos años es necesario cambiar el actual modelo de salud, desarrollando una sanidad pública (en la propiedad, provisión, gestión y evaluación de servicios) que ofrezca una atención universal, equitativa, gratuita (pagada con impuestos y sin repagos), humana, de calidad y centrada, sobre todo, en la atención primaria, los determinantes sociales de la salud y la salud pública”.
Además de la atención psicológica, es necesario “impulsar un modelo de regulación de las relaciones laborales a partir de un nuevo Estatuto de las personas trabajadoras para el siglo XXI y/o un nuevo Código de Trabajo”, con el fin de “reforzar los derechos colectivos, garantizar su efectividad para toda clase de trabajadores y avanzar en la democratización del trabajo”.
Por otra parte, considera que es vital “abrir el debate y estudio sobre una regulación jurídico-laboral de las nuevas formas de organización de las empresas y el trabajo, las redes empresariales y los supuestos de pluralidad de empresarios o relaciones laborales multipartitas”; y “diseñar e implementar políticas públicas para fortalecer las funciones de vigilancia, inspección y supervisión de la Inspección de Trabajo y de la Seguridad Social”.
En la profesión veterinaria, para hacer frente, por ejemplo, al síndrome de burnout, Stephanie Sorrell, especialista europea en Medicina Interna y especialista felina y directora de The Mindful Vet, propone principalmente varios "cambios" que se pueden generar dentro del entorno de trabajo para prevenir el estrés y el agotamiento extremos que llevan al burnout del trabajador.
Uno de ellos es "tratar de modificar la estructura organizacional y el proceso de trabajo", es decir, intentar cambiar los patrones de trabajo con más descansos, etc. Además, es importante implementar la unión entre la organización y el trabajador, haciendo ver a los empleados que existen herramientas de apoyo y sistemas para combatir las malas conductas. A nivel individual, también recomienda promover patrones sanos, técnicas de comunicación asertiva, trabajar la empatía, etc.