Una investigación liderada por la Universidad de Zaragoza ha permitido confirmar en un modelo porcino el poder del escualeno, componente del aceite de oliva virgen, para controlar el hígado graso, una patología cada vez más frecuente en humanos. La prestigiosa revista Journal of Nutritional Biochemistry publica ahora el resultado de este trabajo, realizado porun equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Cambridge y el Hospital Clínico Lozano Blesa, liderado por Jesús de la Osada, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y Celular e investigador de la Universidad de Zaragoza en el Instituto Universitario de Investigación Agroalimentario de Aragón (IA2, centro mixto UNIZAR-CITA), en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón (IIS Aragón) e investigador principal del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).
El escualeno es la principal fuente de grasa en la dieta mediterránea, y en estudios previos del grupo se había demostrado que este compuesto mejoraba el metabolismo hepático en ratones y conejos. A dichos resultados hay que añadir el hecho de que el escualeno se acumula en grandes cantidades en el hígado de los tiburones y que éstos viven más de 200 años.
Estos investigadores desarrollaron un modelo porcino de esteatohepatitis (hígado graso con inflamación) mediante el uso de una dieta esteatósica, rica en grasa saturada, colesterol y fructosa, entre otros componentes. El estudio reveló que la administración durante un mes de un suplemento de escualeno al 0,5 % en una dieta rica en grasa saturada, colesterol y fructosa, entre otros componentes, no influía en el contenido de colesterol o en la cantidad de fibras en el hígado, pero condujo a la acumulación hepática de escualeno y a una disminución del contenido de triglicéridos y del área de las gotas lipídicas en este órgano. Estos dos últimos parámetros indican una mejoría de la lesión.
En medicina humana uno de los criterios que se utiliza para establecer el diagnóstico de esteatohepatitis es la presencia de hepatocitos globosos (balonización), siendo de peor pronóstico la lesión cuanto mayor sea ésta. En nuestro estudio, sorprendentemente, la balonización aumentó y se encontraba directamente asociada al mayor contenido de escualeno hepático.
En el trabajo se empleó un análisis de última generación de lípidos, conocido como lipidómica, que permitió analizar 467 lípidos diferentes tanto en el hígado como en el plasma de los animales estudiados. En el hígado de los que consumían escualeno se observó un aumento de lípidos específicos, como una ceramida y tres especies de fosfatidilcolinas. En contraposición, disminuyeron otros como una cardiolipina específica y varios tipos de triglicéridos. En el plasma, la administración del escualeno aumentó una interleuquina no inflamatoria y modificó igualmente el lipidoma plasmático, aumentando ciertos triglicéridos y disminuyendo los ácidos grasos saturados no esterificados (AGNE).
El resultado de estos análisis de vanguardia sugiere que el aporte de escualeno está aliviando la esteatohepatitis, a pesar del signo negativo que supondría el aumento en la balonización de hepatocitos.
Estos hechos plantean un nuevo reto en el diagnóstico de enfermedades hepáticas al considerar que el acúmulo de escualeno produce balonización de los hepatocitos sin que ello suponga un empeoramiento en el desarrollo de la enfermedad.