El glaucoma es una neuropatía óptica en la que el principal factor de riesgo es el aumento de la presión intraocular (PIO). En un paciente que padece esta enfermedad la compresión mecánica a nivel de la lámina cribosa y la isquemia de la cabeza del nervio óptico se traduce en la muerte de algunas células ganglionares, lo que iniciará un ciclo imparable de apoptosis o muerte celular programada, que, de no ser frenada, puede generar ceguera absoluta.
Existen dos tipos de glaucoma, el primario y el secundario. “En el primario la causa es una mala conformación del ángulo iridocorneal, de la malla trabecular o de cualquier otra parte de la hendidura ciliar, que dificulta la circulación del humor acuoso originando un aumento de la presión intraocular (PIO) sin que se pueda identificar otra patología ocular asociada” explica Javier Esteban Martín, Practice Manager de AniCura Ocaña Oftalmología Veterinaria, diplomado CLOVE y acreditado AVEPA en Oftalmología Veterinaria. “En el secundario el paciente presenta una enfermedad ocular en curso que da como resultado una alteración del flujo normal del humor acuoso causando un aumento de la PIO” añade.
El glaucoma primario tiene, como en los seres humanos, una importante predisposición genética. Sin embargo, existe poca información sobre el modo en el que se traspasa esta herencia. Por su parte, entre las causas más frecuentes de glaucoma secundario se encuentran enfermedades como la uveítis, la luxación del cristalino, las neoplasias y las cataratas.
El glaucoma secundario representa el 80% de los glaucomas en el perro y casi el 100% en el gato. Sin embargo, existen algunas razas más propensas a padecerlo. En los perros, las razas Beagle, Caniche, Dogo Alemán, Samoyedo, Husky Siberiano, Akita inu, Cocker, Golden Retriever, Bulldog Francés, entre otras, son algunas de las más afectadas. En los gatos, las razas Siamés, Burmés, Persa, Común europeo, son aquellas con una mayor predisposición a padecer esta enfermedad.
EL GLAUCOMA, UNA ENFERMEDAD SILENCIOSA
Los signos y síntomas del glaucoma son a menudo difíciles de detectar, incluso para el veterinario, hasta que son muy evidentes, pues algunos de ellos son comunes a otras patologías. En muchos casos el primer signo que se suele detectar, y por el cual se acude a consulta, es la falta de visión o la ceguera cuando esta ya es fatal e irreversible para el animal.
Para combatir esta enfermedad, el tratamiento será inicialmente médico, empleando fármacos que inhiban la producción del humor acuoso y permitan así disminuir el dolor que provoca el aumento de la PIO a unos niveles que eviten el aumento del daño glaucomatoso (PIO diana).
Sin embargo, este tipo de tratamiento solo llega a ser eficaz a corto y medio plazo, pues en muchos casos su efecto llega a ser insuficiente, el paciente presenta intolerancia a los medicamentos o hay falta de cumplimiento por parte del cuidador. Además, prolongar el tratamiento médico podría ser nocivo para la salud del animal y para el correcto funcionamiento de la retina y del nervio óptico. Es por ello, que como mejor opción se plantea la intervención quirúrgica, que, al no ser practicada de manera precoz, puede incrementar la aparición de complicaciones intraoculares, entre ellas la ceguera.
En los casos en los que ya el animal está ciego de uno de o los dos ojos, el objetivo se limita a aliviar el dolor implantando una prótesis intraescleral de silicona, realizando una extirpación del órgano a través de una enucleación o una exenteración. Esta última opción se reserva para pacientes con tumores intraoculares o un deterioro severo del globo ocular.
AVANCES EN EL DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD
Los últimos avances para hacer frente a esta patología se centran en el diagnóstico, el tratamiento quirúrgico y la neuroprotección. En la actualidad, gracias a la tomografía de coherencia óptica (OCT) es posible obtener imágenes de la cabeza del nervio óptico y de las capas de la retina con una resolución micrométrica. De este modo, se puede realizar un análisis cuantitativo de las estructuras sometidas a estudio de una forma precisa y reproducible desde la capa más interna a la capa más externa, para determinar el daño causado por la enfermedad.
A nivel de tratamiento quirúrgico, la endociclofotocoagulación (ECPE) ha supuesto un gran avance en la cirugía ciclodestructiva al ser un procedimiento más selectivo para la ablación del epitelio ciliar. La visualización directa de los procesos ciliares con el endoscopio permite determinar de una manera más exacta la localización y extensión del área a tratar, así como la máxima potencia y duración del tratamiento láser administrado, resultando además en una menor destrucción de los tejidos adyacentes.
Gonioimplante en un paciente con glaucoma para controlar la presión intraocular
Finalmente, las estrategias neuroprotectoras más avanzadas y novedosas establecen hoy en día varias líneas de tratamiento como son el empleo de factores neurotróficos, los inhibidores de la liberación presináptica del glutamato y los antagonistas de los receptores NMDA.
“Se sigue avanzando en la terapia genética del glaucoma, intentando sobreexpresar genes bcl-2 en las células ganglionares para bloquear la apoptosis. Esto supone un reto muy importante debido a la dificultad de colocar ADN extraño dentro de las células del organismo y conseguir que se mantenga un tiempo significativo” explica Javier Esteban. “Por su parte, la experiencia en el campo de la neuroprotección es todavía limitada pero esperanzadora, pues el daño inicial que se produce en el glaucoma solo afecta a los axones de las células ganglionares y no a los cuerpos celulares, haciendo de la terapia neuroprotectora precoz un arma prometedora contra esta enfermedad” concluye.