Las preocupaciones ambientales se han convertido en temas prioritarios durante el último tercio del siglo XX. La Política Agrícola Común (PAC) de la UE ha pasado de reglas que apoyaban al sector agrícola después de años de hambruna, a estar orientada a mirar los aspectos ambientales. Por lo tanto, ha evolucionado no solo para reaccionar ante un mercado cambiante y las demandas de los consumidores, sino también para responder al cambio climático y la necesidad de un desarrollo sostenible.
Sobre este asunto, María del Pino Palacios-Díaz y Vanessa Mendoza-Grimón, del Instituto de Estudios Ambientales y Recursos Naturales, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, han realizado un articulo sobre la formación de los veterinarios en materias relacionadas con el medio ambiente.
Las autoras consideran que la educación ambiental es un pilar importante para responder y adaptarse al cambio climático. “Las políticas de la PAC orientadas a la optimización del uso de los recursos naturales, la gestión de residuos, la reducción del uso de antimicrobianos, la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el bienestar animal necesitan programas educativos vinculados”.
En este contexto, los veterinarios, siendo expertos en producción animal, bienestar, y la seguridad alimentaria y su tecnología y la salud pública bajo el concepto One Health, “están escasamente informados en aspectos ambientales”, lamentan las autoras, y explican que, este tipo de formación, “les ayudaría a comprender y afrontar las consecuencias del cambio climático en el mundo rural”.
Los futuros veterinarios “deben ser capaces de cuantificar los efectos de la producción animal en el medio ambiente”, optimizando el uso de los recursos naturales, minimizando las emisiones de GEI y “gestionando los riesgos asociados al cambio climático mediante el uso de diferentes herramientas de análisis que deben incluir en sus programas de aprendizaje”.
SANIDAD ANIMAL EN EL CAMBIO CLIMATICO
Mejorar la salud animal puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero los enfoques para medir el progreso son vitales si los países quieren incluirlo en sus compromisos climáticos nacionales.
Las enfermedades que afectan a los animales, cuánto tiempo viven y cómo de productivos son, tienen un impacto significativo en las emisiones de GEI, recogía el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Global Dairy Platform y Global Research Alliance on Agricultural Greenhouse, titulado “El papel de la sanidad animal en los compromisos climáticos nacionales”.
Esto significa que se necesitan mayores inversiones para establecer sistemas de medición, reporte y verificación. Actualmente no existe un método estandarizado para incluir la mejora de la salud animal en los inventarios nacionales de GEI de la mayoría de los países o en las contribuciones determinadas a nivel nacional. Como resultado, la importancia de la salud animal a menudo no se refleja claramente en los compromisos de los países para luchar contra el cambio climático.
“Este informe marca un gran avance al resaltar la importancia de la salud animal y guiar a los países hacia un enfoque mucho más granular en la evaluación de su papel y cómo debe incorporarse a los compromisos nacionales para ayudar a mitigar la crisis climática”, comentaba la directora general adjunta de la FAO, María Helena Semedo.
La FAO considera que la salud animal es vital para la producción ganadera sostenible. Los productos animales no solo representan una fuente de alimentos de alta calidad, sino que también son una fuente de ingresos para muchos pequeños agricultores y propietarios de animales, lo que contribuye significativamente a los medios de vida y al Producto Interno Bruto en muchos países en desarrollo.