Nochevieja, pirotecnia y perros

Se han realizado diversas encuestas en multitud de países, en las que se ha identificado que prácticamente el 50 % de los animales sufre episodios de miedo o pánico a raíz de la pirotecnia.

Los perros muestran un comportamiento agitado y descontrolado, de hecho, a la vista de una noticia reciente en Palencia donde se informaba de la muerte de un perro al precipitarse desde un séptimo piso huyendo de los petardos navideños, parece evidente que a muchos de estos animales les supone un miedo tan extremo que no controlan lo que hacen.

En fechas como la que nos espera pronto, el 31 de diciembre, en los centros veterinarios se atienden multitud de animales que padecen sintomatología cardíaca derivada del estrés prolongado y el trastorno nervioso que causa la pirotecnia, así como se atienden casos de cuadros epileptiformes provocados por el cuadro de estrés agudo que sufren a raíz de la pirotecnia.

Se debe tener en cuenta que los petardos o los fuegos artificiales son sonidos extremadamente intensos e imprevistos que provocan que los animales comiencen a liberar hormonas relacionadas con situaciones de peligro o huida y su cerebro comience a enviar señales eléctricas para escapar de esa situación.

Recordemos que las 5 libertades del bienestar animal son:

- Libre de hambre, sed y desnutrición

- Libre de temor y de angustia

- Libre de molestias físicas y térmicas

- Libre de dolor, lesión y de enfermedad

- Libre de manifestar un comportamiento natural

Por lo que podemos aseverar que el uso de pirotecnia o fuegos artificiales sonoros deriva en un empeoramiento del bienestar animal de nuestros animales de compañía.

Si bien es cierto que existen productos naturales o preparados farmacológicos tranquilizantes que se pueden emplear en estas situaciones, en multitud de casos esto no es suficiente y los animales sufren ese rato de diversión.

A la hora de comprar petardos para celebrar el fin de año, piensa en esa familia que tiene que ver a su animal de compañía convulsionar, salivar sin control o esconderse inútilmente debajo de la cama para huir de esos sonidos extremos.