Vicente González Eguren estudió Veterinaria porque “tenía más salidas que Biología”. Es doctor en Veterinaria y profesor titular del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León. En 2013 fue nombrado académico de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León, y hoy es un experto de fama internacional en la gestión del lobo ibérico.
“El lobo es un animal que debemos mantener donde sea compatible con las actividades ganaderas”, comienza Eguren. Aunque la conservación del lobo es un tema polémico, aboga por llegar a un punto de entendimiento entre el bando contrario a la caza y el que se muestra a favor de ella, porque “las posturas encontradas terminan haciendo que el problema sea mayor”.
Por ello, el experto señala que es primordial saber cuántos individuos existen para poder gestionarlos. Se cuentan manadas, no individuos, porque es “una actividad muy difícil para la que es necesario movilizar a miles de personas”. Desde hace unos años “solo se cuentan lobos de los que tenemos la absoluta seguridad que están ahí”, mientras que antes si había un ataque al ganado se daba por hecho que existía una manada. Por esta razón los censos no son comparables “y no se puede decir que la población haya aumentado o disminuido con esos datos”.
“Lo importante al hablar de poblaciones es la tendencia”, asegura. El criterio más objetivo, más que contar manadas, es la población territorial. “Si el lobo se expande territorialmente, como ha hecho, es porque se produce una saturación en los territorios, porque hay más lobos en ellos”. Este aumento de individuos, afirma, está relacionado con la posibilidad de cazarlos, no con la prohibición: “en Portugal no se permite su caza, y el número de manadas se ha reducido mucho". El experto cree que esta aparente contradicción se debe a que aumenta el furtivismo y el envenenamiento. Por otro lado, recuerda que, en España, Félix Rodríguez de la Fuente abogó por que se cazase el lobo, “y la caza fue su salvación”.
Eguren teme que “la prohibición cinegética del lobo puede acabar con cualquier tipo de control poblacional”. Afirma que el problema no son las presiones del “lobby de la caza”, sino que “va prendiendo la idea de que es bueno no eliminar a los lobos”. Sin embargo, “es importante saber a qué animal matar, porque una mala práctica podría dispersar a los individuos de la manada y provocar la aparición de dos manadas reproductivas distintas”. En este sentido recuerda que “estamos en ecosistemas creados por las personas, y la actividad humana tiene que ser prioritaria”.
El éxito del lobo en otros países tiene un nexo común en la despoblación del mundo rural, pero también en la alta tasa reproductiva de estos animales. Casi todas las especies apicales y en peligro de extinción se centran en cuidar a sus crías para asegurar su supervivencia, pero no así el lobo, que tiene una media de cinco crías cada año. “No se puede comparar osos con lobos. Los primeros tienen una tasa de reproducción bajísima, y las poblaciones aumentan muy despacio”, y en los segundos ocurre lo contrario.
Vicente González Eguren durante la charla.
INCLUSIÓN DEL LOBO EN EL LESPRE
Eguren cree que la inclusión del lobo ibérico en el Listado de Especies de Protección Especial (LESPRE) por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico tuvo dos grandes problemas: en primer lugar, aunque casi el 99 % de los ataques de lobo en España ocurren en Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, “el voto de estas comunidades autónomas valía lo mismo que el de Murcia, Ceuta o Canarias” cuando se debatió en el Ministerio. El segundo, que se creó un comité de especialistas en el que no había ningún experto en lobos.
Para controlar las poblaciones de lobos es importante entender que “la cuestión no es el porcentaje de ataques que afectan al ganado, sino los que afectan a un ganadero”, porque el lobo mata más de lo que come. En el caso de las ovejas, la mayoría mueren por asfixia o porque se despeñan, y por esta razón “un único lobo puede provocar la muerte de decenas o cientos de animales”.
Existen algunos métodos para mantener a estos depredadores alejados del ganado en extensivo, pero no todos resultan efectivos, "y en ocasiones son problemáticos". Según el experto, la que más éxito tiene es el Turbo Fladry, una combinación de barrera acústica y electrificada. También se pueden utilizar burros o mastines. "Estas técnicas son más útiles en ganado ovino que bovino, debido a la dispersión de las vacas al pastorear", afirma.
Lo primero que hace el lobo al llegar a una zona es comerse a sus competidores, explica, “y a los primeros que se come, porque son fáciles, es a los perros”. Otra cuestión es que “haya picaresca por parte del ganadero” y el ternero que declara como daño ya estuviese muerto antes de que llegase el lobo. Para evitar estos fraudes es fundamental el trabajo de los veterinarios. Hoy no todas las solicitudes de compensación son revisadas por un perito, y hay quien se aprovecha de esto. “Al final los buenos ganaderos son los que más pierden”.