Los profesionales que estuvieron en la primera línea de la respuesta temprana del Reino Unido a la COVID-19 en 2020, instan a establecer un sistema de científicos de laboratorio reservistas para aumentar la capacidad y ayudar al país a responder más rápido y de manera más efectiva a futuros brotes de enfermedades infecciosas.
Consideraron una serie de opciones para proporcionar capacidad de emergencia científica y llegaron a la conclusión de que el mejor escenario sería una combinación de reservistas pagados altamente cualificados y voluntarios a los que se podría llamar cuando fuera necesario y recibir capacitación rápidamente.
Los investigadores recuerdan que la falta de una capacidad temprana de prueba de PCR de Covid-19 tuvo un efecto dominó en otros servicios de salud en 2020. “Esto incluyó retrasar la capacidad de garantizar que los hospitales estuvieran protegidos contra la Covid-19 y que los pacientes se sometieran a cirugía de la manera más segura posible, y ralentizar la identificación de personas con Covid-19 en la comunidad, lo que retrasó el rastreo de contactos”.
“Debido a que las pruebas de Covid-19 no se ampliaron lo suficientemente rápido, no pudimos detectar todos los casos lo suficientemente rápido como para tratar de detener la propagación de la enfermedad", indican.
“Fue frustrante escuchar las promesas de los políticos de aumentar repetidamente la capacidad de prueba de Covid-19 durante la etapa inicial de la pandemia. La ampliación fue extremadamente desafiante: se necesita mucha experiencia para que las pruebas funcionen en las primeras etapas del tratamiento de un nuevo patógeno”, agregan.
A principios de 2020, las pruebas de PCR para el SARS-CoV-2, el virus que causa la Covid-19, eran un trabajo altamente cualificado que requería que el personal del laboratorio se sometiera a una capacitación prolongada. A medida que se desarrolló el proceso de prueba, este se volvió cada vez más automatizado.
Los investigadores explican que el riesgo de que ocurra otra pandemia como la Covid-19 está siempre presente, ya que ha habido brotes de enfermedades infecciosas a lo largo de la historia. Pero nadie puede decir con certeza cuándo sucederá.
Sugieren que la preparación efectiva para la próxima pandemia incluya reclutar un número relativamente pequeño de científicos altamente cualificados, a quienes se les pagaría un anticipo, para ayudar en las fases iniciales de una emergencia.
También implicaría una gran reserva de personal voluntario para proporcionar la capacidad de prueba esencial; estas personas no necesitarían tener habilidades especializadas, pero podrían capacitarse rápidamente en una emergencia y pagarles solo cuando sea necesario. “Aquellos que trabajan en sectores de la economía que probablemente cerrarán durante una pandemia, como el entretenimiento, serían candidatos ideales como reservas voluntarias”, apuntan los investigadores.
“A principios de 2020 trabajábamos hasta altas horas de la noche, con muy pocas personas procesando pruebas para todo el país. La velocidad a la que la gente tenía que trabajar y la dificultad de tratar de ampliar el proceso en un laboratorio de hospital me hizo darme cuenta de que había un cuello de botella humano real. Necesitábamos más personas para procesar las pruebas”, expone uno de los científicos.
En su artículo, comparan la Covid-19 con otras emergencias a gran escala, incluida la guerra, en las que el ejército tiene un sistema de reservistas para aumentar la capacidad. Pero aclaran que, a diferencia de las fuerzas armadas, donde los reservistas sirven para disuadir la guerra, tener una capacidad “siempre activa” para hacer frente a emergencias de salud pública no haría nada para disuadir el surgimiento de una nueva pandemia.
Recomiendan que otros países consideren sus requisitos de capacidad de aumento en función de sus propias circunstancias.