La epilepsia es una de las afecciones neurológicas más comunes que tratan los veterinarios. Además, existe una mayor morbilidad en los pacientes veterinarios diagnosticados con epilepsia.
Recientemente se ha publicado un proyecto, llevado a cabo en el Reino Unido, que investigó cómo los veterinarios abordan el manejo inicial de las convulsiones epilépticas generalizadas caninas, incluidos los factores potencialmente asociados con la prescripción y elección de medicamentos anticonvulsivos.
Los registros electrónicos de salud correspondientes a 3.150.713 consultas (917.373 perros) fueron recopilados de 224 clínicas veterinarias. Se revisaron para identificar aquellas compatibles con la actividad generalizada de las convulsiones epilépticas, incluidas solo las que registraban la primera presentación de las convulsiones. Se excluyeron los perros mayores de 6 años. En total, se incluyeron 517 casos.
De todos ellos, 67 (13,0 %) recibieron medicamentos anticonvulsivos en la primera presentación; esto fue significativamente más probable en los perros que presentaban convulsiones en racimo. El fenobarbital (n=36) y la imepitoína (n=29) fueron los fármacos anticonvulsivos elegidos con más frecuencia.
La presentación por un solo ataque epiléptico ocurrió en 321 perros; a 7 se les recetaron medicamentos anticonvulsivos; 86 perros presentaron convulsiones en racimo; y a 38 se les prescribieron anticonvulsivos, con mayor frecuencia imepitoína (n= 19) y fenobarbital (n=17). De los perros que presentaron una sola convulsión y al menos 6 meses de seguimiento (n=165), 33 (20 %) no registraron convulsiones posteriores.
Ante estos datos, los autores explican que “los veterinarios rara vez recetan medicamentos anticonvulsivos después de un solo ataque epiléptico de acuerdo con las recomendaciones del Grupo de Trabajo Veterinario Internacional sobre Epilepsia”.
Además, “a menos de la mitad de los perros que inicialmente presentaban convulsiones en racimo se les recetaron medicamentos anticonvulsivos”. Por su parte, la imepitoína se seleccionó con frecuencia en el tratamiento de las convulsiones en racimo “a pesar de que no había autorización para este fin”.
En resumen, “estos hallazgos pueden contribuir en última instancia a mejorar la cohesión en el manejo de las crisis epilépticas caninas entre la atención primaria veterinaria y las instituciones de referencia”.