Marian Ramo comenzó como veterinaria de campo hace 22 años, cuando el sector ganadero era todavía un espacio reservado a los hombres. De hecho, ella fue la primera veterinaria de ovino en la provincia de Teruel. “Nunca me he sentido menospreciada por ser mujer”, reconoce. “Aunque han tenido que pasar muchos años para que cada vez se sumen más chicas a esta labor”, asegura. Cuando se quedó embarazada de mellizos, hace 13 años, tuvo que coger una baja maternal larga y, entonces, "comenzar como profesora en la Universidad de Zaragoza fue una salvación”.
Cuando entró en la Facultad de Veterinaria como docente, hace ya 12 años, Marian llevaba diez años trabajando “en una zona donde la trashumancia era un modo de vida totalmente normalizado y conocido”. Sin embargo, para su sorpresa, descubrió que en las aulas se tenía “un desconocimiento casi absoluto del tema”. Tanto es así que “muchos alumnos pensaban que la trashumancia ya no existía”, reconoce. “No es extraño: el tema ganadero está un poco disminuido en las facultades en cuanto a horas de docencia y horas prácticas”, subraya.
Para dar a conocer a los alumnos este mundo, Marian Ramo se sumó a la organización pionera de actividades universitarias relacionadas con la trashumancia. “En las facultades de Veterinaria siempre se estudia la ganadería desde un aspecto patológico, es decir, el peso de los contenidos recae únicamente en las enfermedades del ganado”, advierte. “En las jornadas de campo que nosotros organizamos, como aquellas en las que los estudiantes recorren un trayecto de la vereda con los pastores, el objetivo es que los jóvenes adquieran una visión muchos más amplia y transversal de esta labor”.
Pese a su esfuerzo por difundir la veterinaria de campo como una salida profesional alternativa, la profesora Ramo es consciente de que la mayoría de los alumnos siguen queriendo dedicarse al cuidado de pequeños animales. “Queremos que los estudiantes vean que hay salidas más allá de las mascotas”, señala. “Con esta actividad, los estudiantes también se dan cuenta de que los ganaderos y los pastores les pueden enseñar muchas más cosas de las que ellos creían, porque son personas con una cultura y una sensibilidad muy especial”, enfatiza.
Alumnos durante una de las actividades organizadas.
Marian Ramo defiende que, en España, la relación entre ganaderos trashumantes y veterinarios, “es muy buena, porque ambos son muy amantes de lo que hacen y creen en ello", afirma. "Ambas partes entendemos que tenemos que colaborar, que vamos de la mano y que la resistencia de este oficio depende de todos”. En este sentido, la doctora Ramo aboga por la implantación de nuevas políticas nacionales que contribuyan a la supervivencia de la trashumancia en nuestro país. “Necesitamos políticas nacionales, porque muchas de estas veredas discurren por distintas provincias o distintas comunidades autónomas y, por tanto, con leyes únicamente autonómicas no hacemos nada”, se lamenta.
“Tenemos 125.000 kilómetros de cañadas reales y los estamos dejando perder. En otros ámbitos patrimoniales, esto sería impensable”, sostiene la veterinaria. “Es como si de repente los gobiernos deciden que no van a conservar la Puerta de Alcalá, ¿a que sería un escándalo? Pues la trashumancia también es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por la UNESCO, lo que pasa que es el desconocimiento por parte de la sociedad hace que no se cuide lo suficiente, por eso queremos hacer tanta pedagogía en la aulas”.
DIFICULTADES A LAS QUE SE ENFRENTA LA TRASHUMANCIA
Por otra parte, reivindica que “son muy pocas las horas lectivas destinadas a la ganadería en las distintas facultades de Veterinaria de España. Solo hay que ver, en los planes de estudios, las horas que se dedican a pequeños animales y las horas que se dedican a la ganadería, cuando los veterinarios de campo, en realidad, lo que hacemos es proporcionar alimento a la población”, recalca. “Además, los beneficios de la trashumancia son incuestionables, tanto para los animales como para el medioambiente, no nos podemos permitir el lujo de perderla o de no contar con un buen número de veterinarios dedicados a esto”.
En concreto, la labor del veterinario de campo consiste en acompañar a los ganaderos durante la vereda, que es el momento en que se traslada el ganado trashumante. “El veterinario tiene que realizar una gestión integral que ayude al ganadero en todas sus facetas, desde el tema de registro hasta el tema de prevención de los animales o curación de patologías que transcurran en el trayecto. Nuestra misión es estar del lado del ganadero y que los animales estén lo mejor posible”, sentencia Ramo, que en su tesis doctoral hace un reconocimiento de los múltiples beneficios de la trashumancia.
“En ella expongo que incluso el desgaste de las pezuñas de los animales es proporcional al crecimiento que tienen”, resalta. “Además, el pastoreo itinerante tiene un montón de beneficios para el medioambiente, no solo por las semillas que transporta el ganado en la lana y en las heces y que favorece la reproducción de la flora, sino porque son clave para prevenir incendios como el que acaba de arrasar Zaragoza. Sin embargo, no nos dejan desarrollar esta actividad”, denuncia.
Cuando dice “no nos dejan”, se refiere a las múltiples trabas administrativas y burocráticas que debe enfrentar el ganadero trashumante para poder emprender la vereda a pie, y que “acaban por hartarlo”. A estas dificultades tediosas, se suma el incremento de los suplementos alimenticios y de los aportes de agua, que hacen que “muchos pastores se estén planteando no hacer la trashumancia porque no pueden asumir los costes”.
“Los animales que realizan la vereda no son sometidos a ningún estrés más allá del que soportan por las propias malas condiciones de los terrenos que atraviesan”, explica la experta. “Por ejemplo, en estos momentos, el regreso de los ganados que yo superviso se ha tenido que hacer en vehículos porque no tenían dónde beber. Las únicas que vienen andando son las vacas, pero a ver cómo llegan, porque hacer la vereda con esta sequía y sin puntos de agua es muy duro para los animales”, confiesa.
Desde 2019, la UNESCO protege la práctica trashumante como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de Europa. Históricamente, el pastoreo itinerante ha tenido un peso muy importante en la economía y en la ecología de la Península Ibérica. El objetivo de pastores, ganaderos y veterinarios dedicados a esta actividad, como Marian Ramo, es lograr que se proteja y se conserve como parte de nuestra cultura y, también, como fuente de bienestar animal y medioambiental.