La FVE cree que es necesaria una revisión del Reglamento (CE) nº 1/2005 del Consejo sobre la protección de los animales durante el transporte. En este sentido instan a actualizar la nueva legislación con la evidencia científica más reciente, incluidas aquellas sobre tecnologías nuevas y emergentes; rectificar algunas preocupaciones de bienestar vistas regularmente bajo la regulación; y simplificar las normas para los transportistas y facilitar la aplicación armonizada dentro y desde la UE.
Los veterinarios recuerdan que “los animales deben ser transportados lo menos posible, ya que cualquier movimiento de animales es intrínsecamente estresante tanto en lo que respecta al transporte real, como también en lo que respecta a la eliminación de un entorno conocido y compañeros conocidos a un nuevo entorno y a los manipuladores y otros animales potencialmente desconocidos”.
El transporte puede generar impactos negativos potenciales en la salud y el bienestar de los animales, que van desde estrés sensorial, estrés por calor, enfermedades, lesiones e incluso la muerte, señalan. Además, apuntan que transportar y mezclar animales puede facilitar la transmisión de enfermedades y afectar negativamente la calidad de la carne (p. ej., más heridas, magulladuras, carne pálida, blanda y exudativa inducida por el estrés, o carne oscura, firme y seca debido al agotamiento).
FVE reconoce que la duración del viaje no es el único factor determinante. “Se deben considerar múltiples factores, incluido el diseño del vehículo, las condiciones de transporte y el espacio disponible, la presencia de congéneres, las habilidades del conductor, la competencia y la planificación de contingencias, los intervalos de agua y alimentación, la cantidad y calidad de los períodos de descanso, la vigilancia veterinaria de la salud y el bienestar, así como estándares de destino final”, apuntan.
“Cuanto peores sean las condiciones del viaje, mayor será el impacto negativo potencial”, agregan. Por último, inciden en que avanzar hacia un menor transporte de animales es beneficioso para el medio ambiente y para la sostenibilidad, como se reconoce en la estrategia de la granja a la mesa.
En definitiva, insisten en que “los animales deben transportarse lo menos posible, criarse lo más cerca posible de las instalaciones en las que nacieron y sacrificarse lo más cerca posible de el punto de producción”.
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