La Merino Española es una de las razas ovinas más importantes del mundo, sobre todo por la gran calidad de su lana, pero también por su importancia económica e histórica, hasta el punto de estar implicada en el origen de la mayoría de las razas ovinas actuales de lana de todo el mundo.
Sin embargo, los individuos Merino también se han caracterizado por su capacidad de prosperar en ambientes y condiciones climáticas muy diversas y duras en todo el mundo, razón por la cual se emplean con frecuencia en sistemas productivos combinados de carne y lana. En 2020, el censo español de Merino incluía 121.727 machos y hembras de reproductores ubicados en 7457 rebaños diferentes, aunque la mayoría de ellos (aproximadamente el 87 % de los individuos) se ubicaban en las zonas secas, áridas y dehesas del sur y sureste del país.
ORIGEN DE LA RAZA
Aunque el origen del Merino no está del todo claro, existen evidencias documentales romanas que indican que el Merino Negro Ibérico es el origen ancestral de esta raza. Según esto, estos animales de pelaje oscuro fueron cruzados por los romanos con individuos foráneos obtenidos de las mesetas del Atlas (norte de África) que eran muy apreciados por su pelaje, pero también muy adaptados para soportar variaciones extremas de las condiciones climáticas, incluidas las temperaturas. oscilando entre −20 °C y 35 °C.
Estos individuos mestizos fueron seleccionados por los romanos durante el siglo II para producir lana blanca. Esta nueva selección marca los comienzos de la raza. A partir de entonces, estos individuos fueron seleccionados durante varios siglos en España, centrados en un rasgo particular, la finura de la lana, produciendo una reducción en el diámetro de la fibra de lana en aproximadamente un 25 %, pero también un aumento en el peso del vellón. Por esta razón, la oveja Merina es considerada como la primera “raza industrial” a nivel mundial.
A día de hoy, se considera que todas las líneas tradicionales de Merino han estado en peligro de extinción en las últimas décadas, debido a una peligrosa disminución de su población, principalmente a causa del cambio en el sistema de cría de lana a la producción de carne. Por este motivo, el Gobierno español decidió hace 50 años establecer un programa de conservación ex situ.
ESTUDIO GENÉTICO DE LA RAZA
Hoy en día, las metodologías genómicas de alto rendimiento han permitido determinar la estructura y la variabilidad de la población desde un punto de vista genético con precisión y fiabilidad. Sin embargo, no existen estudios específicos que analicen las antiguas líneas merinas españolas implicadas en los inicios de la raza.
Por este motivo, un equipo de investigadores se ha encargado de evaluar la estructura poblacional, la variabilidad genética y la situación de diferenciación de las últimas líneas genéticas históricas de la oveja merina española, y compararlas con otras razas merinas de todo el mundo utilizando datos genómicos.
En el estudio se analizaron muestras de 403 ovejas merinas españolas pertenecientes a la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino (ACME). El primer conjunto de datos analizado incluyó individuos de seis líneas genéticas históricas de Merino Blanco Español: Granda, Hidalgo, López-Montenegro, Maesso, Donoso y Egea. Además, 20 ejemplares de Merino Blanco Español seleccionados aleatoriamente de rebaños comerciales se incluyeron como control, y 39 Spanish Black Merino se incluyeron como control de grupo externo dentro de la raza.
IMPORTANCIA HISTÓRICA Y COMERCIAL
En general, los autores pudieron demostrar la existencia de un alto grado de variabilidad genética dentro de la raza, así como su influencia en la mejora de las razas Merino en todo el mundo.
El estudio ha revelado la importancia de las líneas ancestrales de Merino, que aún se crían en estado puro en España, como reservorio genético de variabilidad para la mejora de la raza, así como con fines conservacionistas. Según explican los autores, “la existencia de una variabilidad genética tan rica podría ser el punto de partida para una asociación, en estudios posteriores, entre las variaciones genómicas y los fenotipos de cada una de estas poblaciones”.
Por lo tanto, “esta riqueza genética, junto con la excelente aptitud tan buscada de la lana, hace imprescindible realizar todos los esfuerzos posibles encaminados a preservar las diferentes líneas históricas como fuente genética para la mejora de otras razas merinas derivadas”.
Asimismo, la conservación de estas antiguas líneas genéticas, como explican en el estudio, “también se justifica por razones históricas y culturales y por las diferentes aptitudes que presenta cada una de ellas, tales como diferencias en capacidad de pastoreo, resistencia al estrés térmico, tasa de crecimiento, calidad de la carne y aptitudes maternas, entre otros, que podrían ser de su interés próximamente”.
En conclusión, “sería conveniente impulsar acciones como la incorporación de criadores de otros rebaños y la creación de un banco de germoplasma de los mejores animales de cada línea”. En definitiva, se debe “hacer lo imprescindible para preservar las distintas líneas históricas como fuente genética para la mejora de otras razas merinas derivadas”.