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¿Qué impacto ha tenido la COVID-19 entre los veterinarios de Cataluña?
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¿Qué impacto ha tenido la COVID-19 entre los veterinarios de Cataluña?

​Son numerosos los veterinarios que echan de menos o que necesitan formación para mejorar determinadas competencias que les permita desarrollar un ejercicio profesional más saludable
Veterinaria covid estrés
Los veterinarios han sufrido de forma directa las repercusiones de la COVID-19 sobre su vida personal, familiar y laboral a varios niveles.

La Fundación Galatea puso en marcha el año 2020 una encuesta para valorar el impacto de la crisis sanitaria causada por la COVID-19 en la salud, estilos de vida y condiciones de trabajo de los profesionales de la salud en Cataluña. En ella participaron, en colaboración con los respectivos colegios profesionales, farmacéuticos, enfermeros, médicos, odontólogos, psicólogos, trabajadores sociales y veterinarios.


La recogida de información de 2020 se realizó durante el mes de julio, es decir, una vez finalizada la fase dura (marzo a mayo 2020) de la primera fase de la pandemia y antes de la llegada de las olas posteriores. En el año 2021 se ha realizado otra encuesta de características metodológicas similares para observar la evolución de los indicadores de los estilos de vida y de salud a lo largo del tiempo transcurrido. No se trata de una encuesta longitudinal y, por tanto, las personas que han contestado en año 2021 no son necesariamente las mismas que contestaron el año anterior.


Como en todas las profesiones de la salud, veterinaria está muy feminizada y la muestra tiene una distribución de 67,2 % mujeres y 32,8 % hombres y su media de edad es de 48,4 años, bastante más baja en mujeres (46) que en varones (53,3).


La mayor parte vive en familias con pareja (79 %), con hijos (50 %) y sin hijos (29 %). Según el informe, el nivel de satisfacción con la pareja y con la familia de los veterinarios de Cataluña ha empeorado levemente respecto al año 2020. La satisfacción con su tiempo libre y, sobre todo, con el círculo de amigos y conocidos aumenta algo, pero sin que vuelva al nivel previo a la pandemia.


En líneas generales, se dividen entre los que trabajan como empresarios o autónomos por cuenta propia (49,7 %) y los asalariados funcionarios o con contrato indefinido (52,2 %). Según los datos la temporalidad afecta a un 7,2%.


REPERCUSIONES DIRECTAS DE LA COVID-19


Los veterinarios han sufrido de forma directa las repercusiones de la COVID-19 sobre su vida personal, familiar y laboral a varios niveles.


Un 9 % fue diagnosticado de COVID, un 13 % de los cuales todavía mantiene secuelas y un 1 % fue hospitalizado como consecuencia. Un 43 % ha tenido casos positivos en su familia más cercana, un 19 % ha tenido familiares hospitalizados y un 10 % ha perdido a algún familiar a causa del virus. En el entorno laboral, un 61 % de los veterinarios tuvo compañeros positivos en COVID y un 7% fueron hospitalizados.


Sin embargo, cabe destacar que los veterinarios no forman parte de los profesionales más afectados. Las repercusiones familiares no presentan muchas variaciones entre las distintas profesiones, pero las afectaciones personales y laborales, en términos de contagios y hospitalizaciones propias o de compañeros, son más frecuentes entre los médicos y, sobre todo, las enfermeras que han estado más expuestos al virus, sobre todo en la primera fase de la pandemia.


La aparición del coronavirus ha hecho que un 20 % de los veterinarios se haya planteado adelantar su jubilación y un 25 % ha pensado en abandonar la profesión, aunque reconocen que no lo harán. Reseñable es el 6 % que dice que quiere dejar la profesión y que la va a dejar.


Por lo general, entre los veterinarios, al igual que entre el resto de profesionales de la salud, se puede constatar un empeoramiento muy importante de su estado de salud entre el momento previo a la crisis (antes de la aparición del coronavirus) y los meses más duros de la pandemia (marzo, abril, mayo 2020). Superada esta primera ola (julio 2020) los indicadores de salud mejoraron respecto al peor momento de la crisis, pero no han vuelto a los valores anteriores; y en otoño de 2021 se han mantenido como el año anterior o incluso en algunos casos han empeorado.


El 24 % percibe su estado de salud mental como regular o malo (frente al 16 % que lo percibía así antes de la pandemia) y un 39 % se encuentra en riesgo de desarrollar una enfermedad mental de tipo ansioso o depresivo.


Pese a ese empeoramiento de su estado de salud, la situación de los veterinarios en este momento es más favorable que la que presentan otros profesionales de la salud, especialmente los médicos, enfermeras o trabajadoras sociales en algunos indicadores. Sin embargo, “se encuentran en niveles altos de sentirse quemados o sobrepasados por el trabajo”, subraya el informe.


Son numerosos los veterinarios que echan de menos o que necesitan formación para mejorar determinadas competencias que les permita desarrollar un ejercicio profesional más saludable. Prácticamente todos los profesionales (94 %) apuntan esta necesidad destacando los que verían necesario recibir formación para adquirir competencias emocionales en el ejercicio profesional (77 %) y quienes querrían ser capaces de gestionar los conflictos de manera saludable (81 %). El resto de competencias, la mejora de la comunicación con los usuarios (70 %), aprender a trabajar en equipo (63 %) o aumentar la capacidad de liderazgo (56 %), son también asignaturas pendientes para una parte importante de los profesionales.


Puede acceder al informe completo en este enlace.

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