El interés en los perros como modelos naturales del envejecimiento humano se ha disparado en los últimos años, lo que ha llevado al establecimiento de iniciativas de investigación de varios niveles. Además, hay un número creciente de estudios preclínicos que involucran perros de compañía en la prueba de medicamentos que se enfocan en el deterioro relacionado con la edad o enfermedades paralelas humanas, con posibles beneficios médicos tanto para los humanos como para los animales.
Sin embargo, para que estos estudios sean efectivos en la evaluación de los efectos de los medicamentos, se debe asegurar la similitud entre perros y humanos en todos los niveles biológicos. Los mecanismos moleculares detrás del envejecimiento del cerebro canino y la demencia relacionada con la edad apenas se conocen, y esto puede dificultar la eficacia de los estudios traslacionales.
Una investigación de la actividad de los genes en los tejidos cerebrales de los perros indica que los cambios genéticos asociados con el envejecimiento tienen más que ver con la cantidad que con la calidad. La secuenciación de las moléculas de ARN en una muestra biológica es una herramienta poderosa para explorar los mecanismos de regulación genética, según revela la investigación. En ella se utiliza una técnica para investigar el envejecimiento neuronal de los perros.
Para llevar a cabo el estudio se utilizó una muestra que incluía seis perros de entre 1 y 4 años y siete entre 14 y 17 años, representando distintas razas. En el proceso utilizaron análisis bioinformáticos para buscar cambios relacionados con la edad en los mecanismos genéticos y descubrieron que los dos grupos de edad estaban claramente separados en función de su perfil de secuenciación promedio.
Esto indicó cambios sólidos en la actividad de los genes a medida que los perros envejecen, independientemente de su raza. Solo un animal no podía encajar en ninguno de los grupos: un perro pastor alemán de cuatro años. Como este perro era el más viejo entre los perros jóvenes y es una raza grande con una expectativa de vida relativamente corta, podría representar un estado intermedio entre los dos grupos de edad.
Al analizar genes individuales, se encontró que el ochenta por ciento de los veinte mil genes caninos estaban activos en cada animal. Como la activación o inactivación total de genes individuales era muy rara, los cambios genéticos asociados con el envejecimiento tienen más que ver con la cantidad que con la calidad.
La mitad de los genes expresados diferencialmente mostraron una actividad reducida en animales mayores, la otra mitad fue más activa. Esto podría indicar que los cambios relacionados con la edad en la regulación de la expresión génica están ajustados y no solo surgen como resultado de la desintegración genómica. Los genes con actividad alterada regulan otros genes, el desarrollo neuronal y el sistema inmunitario. Lo que es más importante, algunos genes involucrados en las funciones neuronales mostraron un patrón de cambios similar al de los humanos pero distinto al de los roedores.
Los resultados de los investigadores también mostraron que los biobancos son una fuente confiable para tales investigaciones y esto también puede ayudar a reducir la necesidad de modelos de perros de laboratorio a largo plazo.