Del latín humus, tierra, de donde también proviene la palabra humano, el que habita la tierra, y trans (más allá), trashumancia significa moverse de tierra en tierra. Es un tipo de sistema de pastoreo que permite aprovechar los pastos de invierno (lugares de invernada) y los pastos de verano mediante el movimiento estacional, dos veces al año, del ganado vacuno y sus pastores.
Pero estos animales se enfrentan a multitud de problemas. Uno de ellos son los lobos que siguen a las manadas trashumantes por los senderos, aprovechando la situación para atacar a los rezagados, animales viejos o enfermos, que se convierten en presa fácil cuando se separan de una manada. Además de los ataques de alimañas, el ganado trashumante está sujeto a daños por viajes largos, golpes y heridas, diversas enfermedades infecciosas, parásitos, picaduras de insectos y escorpiones, mordeduras de serpientes e intoxicaciones por consumo de plantas tóxicas.
A esto se suman los problemas del parto y la lactancia y otros escollos a los que se enfrentan los pastores con los escasos recursos de que disponen. Los pastores debían tener un buen conocimiento de estos recursos locales, de las plantas y animales venenosos, e incluso de los lugares a evitar, por ejemplo, los “campos malditos” donde persistía el ántrax.
Para combatir estas circunstancias, cobra relevancia la etnoveterinaria, que se define como “la investigación y aplicación sistemáticas del conocimiento, la teoría y la práctica veterinaria popular”. Con el objetivo de conocer más acerca del papel de la medicina etnoveterinaria, un gruop de investigadores ha realizado un artículo sobre ello en el contexto de las rutas tradicionales de trashumancia que atraviesan Castilla-La Mancha de norte a sur, y han estudiado cómo los pastores manchegos afrontaban los problemas sanitarios del ganado, especialmente de la trashumante, gracias al aprovechamiento de los recursos naturales y la elaboración tradicional de remedios a base especialmente de hierbas, así como el conocimiento empírico de diversas patologías.
Los objetivos específicos del trabajo han sido documentar las patologías, formulación y usos de tratamientos, y en particular la identificación de las especies de animales tratados, así como analizar el conocimiento de organismos, plantas, animales y hongos tóxicos para el ganado, tanto los que son tóxicos per se cómo los que podrían actuar como reservorios de patógenos.
El estudio se basa en 237 entrevistas, individuales o con grupos de personas. La lista de diferentes personas entrevistadas ascendió a 562. La mayoría de las personas entrevistadas fueron hombres (405), mientras que las mujeres fueron solo 157. El trabajo se desarrolló entre 1994 y 2021, y abarcó 86 localidades a lo largo de ocho grandes vías de trashumancia “cañadas reales” y otras 25 vías menores de trashumancia.
USO DE PLANTAS COMO TRATAMIENTO
Tras el análisis de los datos obtenidos en las entrevistas, se comentan 63 patologías registradas y sus tratamientos, y 202 especies y sustancias, pertenecientes a 92 familias diferentes, de las cuales la mayoría son plantas.
Entre las especies de plantas tóxicas, las más citadas son Erophaca baetica (L.) Boiss., Lupinus angustifolius L. y Oenanthe crocata L. Algunas de las especies reportadas como tóxicas fueron reservorios de patógenos o marcadores de áreas peligrosas.
Como especie polivalente destaca Daphne gnidium L., “que aporta una décima parte de los registros de nuestro estudio”. Entre las especies de uso fundamentalmente terapéutico, Cistus ladaniferL. se destaca con diferencia.
Por otra parte, la planta entera y las partes aéreas, florecientes o no, son las partes de la planta más utilizadas para la elaboración de los tratamientos, seguidas de la corteza.
“La complejidad de las formulaciones registradas es variable pero baja, con un máximo de cinco ingredientes. La mayoría de estas formulaciones solo han sido descritas en una única entrevista, lo que confirma el carácter vestigial de la información que hemos recogido”, exponen.
En conclusión, “la extensión del sistema de sanidad animal y el control veterinario del rebaño bovino han relegado la mayor parte de estas prácticas. La brucelosis ha sido declarada enfermedad erradicada en Castilla-La Mancha gracias a las campañas de vacunación. Habría que hablar más de sustitución que de evolución, y concluir que las prácticas etnoveterinarias han quedado como una muy, muy pequeña práctica veterinaria complementaria”.