Aunque los inicios de la profesión a finales del siglo XVIII fueron difíciles, tras la creación de la Escuela de Veterinaria de Madrid poco a poco se fue instaurando la figura del veterinario como profesional y autoridad sanitaria en todos los rincones de España, creándose una estructura que ha pervivido casi 200 años, situación radicalmente opuesta a la que estos profesionales viven en los tiempos actuales, pues en aquellos momentos los veterinarios gozaban de una presencia importante dentro de lo que era el sistema sanitario público.
Los veterinarios contribuyen al logro del mejor estatus sanitario comunitario posible, junto al desarrollo económico de los países, detectando los posibles peligros sanitarios para la población humana procedentes de los animales y de su entorno, incluida toda la cadena alimentaria desde su origen hasta el consumo. Durante la pandemia, y gracias a su relevante labor como profesionales sanitarios, continuaron acudiendo a sus puestos de trabajo exponiéndose al contagio y acumulando un nivel de estrés que no ven reconocido por las instituciones.
Sin embargo, con el modelo instaurado en los inicios del siglo XIX la situación era totalmente opuesta a la que estos profesionales viven en los tiempos actuales. "Desde prácticamente 1800, de manera muy generalizada en España se fue implantando la figura del veterinario municipal, sanitario local que formaba parte de lo que ahora entenderíamos como la atención primaria de salud junto con los médicos, farmacéuticos y los practicantes", explica Juan Antonio Rol, secretario general de Fesvet (Federación Estatal de Sindicatos Veterinarios), en declaraciones a Diario Veterinario.
Esa estructura daba lugar, precisamente, a que la profesión veterinaria estuviera presente en el sistema sanitario y gozara de gran reconocimiento, social e institucional, en todos los ámbitos, tanto las ciudades y zonas rurales, "permitía una presencia permanente que ha durado casi dos siglos. Había un veterinario de salud pública adscrito a la autoridad sanitaria de la comunidad autónoma, la provincia y fundamentalmente los municipios, y además la oferta formativa universitaria se ajustaba a las necesidades de la sociedad porque había 4 facultades en ese periodo donde se podía estudiar Veterinaria", cuenta Rol.
Desde la década de los 90 hasta ahora, con el desarrollo del nuevo estado de las autonomías y los procesos de transferencias del Estado a las mismas, han ocurrido varias cuestiones que han ido degradando la figura del veterinario como profesional sanitario hasta la situación que tenemos en estos momentos, pero sobre todo se ha producido un cambio en el modelo, "porque los veterinarios titulares dejan de pertenecer de manera generalizada a los sistemas sanitarios de salud, al Ministerio de Sanidad, y las competencias se empiezan a disgregar entre las consejerías de Sanidad, las consejerías de Agricultura, Medio Ambiente o Pesca, empezando a perder el carácter de autoridad sanitaria, y esta separación de manera paulatina nos hace no estar en los foros en los que se debaten todas las medidas de salud que afectan a un país".
A ello también ha contribuido que la mayor parte de los veterinarios titulares que se quedaron en las consejerías de Sanidad de cada comunidad autónoma no se integraron en el Sistema Nacional de Salud, "no dimos el paso en todas la comunidades autónomas de integrarnos en los servicios regionales de salud como sí hicieron el resto de sanitarios locales, como los médicos y enfermeros de familia en atención primaria".
La actual Ley General de Sanidad, como las tres leyes generales de sanidad que la precedieron, recoge que la veterinaria de salud pública es una prestación básica del sistema sanitario público y la ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias incluye dentro de los profesionales sanitarios a los veterinarios y, a pesar de eso, "hablan de salud pero nunca de veterinarios, en definitiva, aunque las grandes leyes nos amparan, ese reconocimiento no es real porque no estamos en muchos de los foros donde se debate sobre prestaciones estratégicas sanitarias, como el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud o el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud, y como no estás pues no cuentan contigo", denuncia el secretario general de Fesvet.
REFORZAR EL SISTEMA NACIONAL DE SALUD
En este sentido, Juan Antonio Rol añade que "lo que no está dentro del Sistema Nacional de Salud en principio no es sanitario". "Lo primero que se tiene que cambiar es que a los veterinarios oficiales que desarrollamos las competencias oficiales de salud pública en las comunidades autónomas nos integraran en los servicios regionales de salud, no solo por la profesión veterinaria sino porque se enriquecerían las prestaciones del Sistema Nacional de Salud".
Uno de los objetivos prioritarios que se marca la profesión, y que se ha podido visualizar en la reciente manifestación del 3 de abril, es concienciar a la sociedad del papel imprescindible que desempeña el veterinario en la protección frente a las zoonosis y otros problemas de salud pública, como las resistencias a los antibióticos; ello ayudará de manera importante al reconocimiento de una especialidad veterinaria propia en salud pública que permita el desarrollo de todas las potencialidades de la profesión en ese campo y una mejora cualitativa importante de las capacidades del Sistema Nacional de Salud en la prevención de la mayor parte de las enfermedades emergentes y re-emergentes que nos amenazan, por tener su origen en los animales.
El secretario general de Fesvet sostiene que la implantación fuerte y definida de la veterinaria de salud pública en el Sistema Nacional de Salud es clave para recuperar la presencia del veterinario dentro del sistema sanitario público, y para conseguir la extensión del reconocimiento del carácter sanitario del veterinario al resto de ámbitos privados o públicos, "como sería la inclusión de los centros clínicos veterinarios en el Registro Público de Centros Sanitarios, lo que implicaría un IVA sanitario a sus servicios, o la inclusión de los veterinarios en el registro nacional de profesionales sanitarios y en los colectivos profesionales sanitarios de riesgo, igual que médicos y enfermeros, etc".
HARTAZGO DEL SECTOR
Este hartazgo se ha visto reflejado en una carta de un veterinario publicada recientemente y dirigida al Congreso de los Diputados, que ha aglutinado la firma de más de 6.000 veterinarios, donde se muestra el malestar del colectivo y habla de una huelga “que ponga en evidencia nuestra importancia dentro de la sociedad”.
Desde Fesvet se buscan sinergias con el resto de colectivos e instituciones profesionales veterinarias, como la Organización Colegial, Sociedades Científicas, Academias de Ciencias Veterinarias, Conferencia Decanos, y otros grupos y entidades asociativas veterinarias, que permitan lograr un cambio radical de esta situación.
Por ello han coliderado las dos manifestaciones nacionales veterinarias celebradas hasta el momento, y seguirán "tomando todas aquellas medidas que consideremos necesarias para alcanzar el reconocimiento pleno del veterinario como profesión sanitaria en España".