La Comisión Europea ha publicado un informe sobre las iniciativas en marcha en la Unión Europea (UE) en el ámbito del etiquetado de bienestar animal. El estudio revisa los sistemas de etiquetado actualmente existentes en la UE y evalúa sus características e impacto, a la vez que resume la evidencia disponible sobre los beneficios y ventajas potenciales de estas iniciativas, a la luz de los datos recopilados sobre los consumidores: su grado de conocimiento de los estándares de bienestar animal y la demanda de información en la etiqueta.
Las autoridades comenzaron a monitorear datos en abril de 2021, recopilando 51 esquemas de etiquetado en los Estados miembros de la UE, el Reino Unido y Suiza, de los cuales 17 contaban con información sobre el método orgánico. El estudio también tuvo en cuenta los controles planificados y el impacto en el bienestar animal y la expansión del mercado.
Italia, junto con Alemania y Holanda, se encuentra entre los países que recientemente han lanzado esquemas de etiquetado por iniciativa de las instituciones públicas, pero como aún no están operativos, no han sido considerados en este informe. En toda la UE, la gran mayoría de los sistemas que se aplican son por iniciativa de operadores privados.
El documento expone que los consumidores de la UE tienen un bajo nivel de conocimiento de las condiciones en las que se mantienen y cuidan los animales, pero al menos la mitad de la población de consumidores de la UE quisiera recibir información sobre las condiciones en las que se mantienen y tratan los animales de granja. Para dos tercios de los consumidores, la información proviene de los medios tradicionales más que de las etiquetas, y no es suficiente para tomar decisiones informadas sobre el bienestar animal.
Las áreas sobre las que les gustaría saber más son el sacrificio y la alimentación, seguidas de la accesibilidad de los espacios abiertos y las condiciones de colocación. A pesar del impacto que tiene en el bienestar animal, tal y como muestra el documento, el transporte es el aspecto que menos interesa a los consumidores europeos (28 %).
España destaca, junto a Italia, entre los países donde se ha incrementado recientemente la sensibilidad por el bienestar animal y hacia todos los productos de origen animal.
Sin embargo, por el bienestar animal, la mayoría de los consumidores no están dispuestos a pagar un precio económicamente más alto que el del sector orgánico. El grado de confianza en la etiqueta es mayor si el sistema de etiquetado lo gestionan ONG o autoridades públicas europeas, en lugar de autoridades nacionales u operadores de empresas alimentarias.
Asimismo. el estudio señala que los esquemas de etiquetado existentes crean distorsiones en la competencia entre productores, no solo por el diferente nivel de bienestar animal sino también por la diversidad de parámetros utilizados, que impiden la competencia de manera uniforme. Otro elemento de distorsión es la diferencia inherente entre los diferentes esquemas, así como el peso atribuido al bienestar animal para la definición del precio de compra final. Al analizar la distribución del valor a lo largo de la cadena de suministro, los ganaderos son los operadores que reciben el margen más bajo de los esquemas de etiquetado. Incluso cuando se compensa a las explotaciones ganaderas por los mayores costes incurridos, el productor primario no puede obtener un nivel de ventaja suficiente o comparable al que se obtiene con los procesos de producción tradicionales.
Analizar en qué medida los sistemas de etiquetado de bienestar animal conducen a una mejora significativa en la calidad de vida de los animales “es difícil de evaluar con precisión”. En este sentido, atribuyen la dificultad a la ausencia de bases precisas y a la falta total o limitada de criterios de seguimiento y evaluación. Por ello, remarcan que vincular las mejoras del bienestar animal y los esquemas de etiquetado es actualmente un desafío.
Por último, concluyen a favor de la consecución del objetivo: satisfacer la demanda de los consumidores a través de esquemas capaces de aportar valor agregado en todos los niveles. En el contexto de la estrategia 'Farm to Fork', puede ser la Unión Europea, a través de iniciativas de la Comisión, la que dé un valor añadido al bienestar animal y haga que se entienda mejor su importancia a lo largo de la cadena alimentaria. "Existe una clara demanda de los consumidores que actualmente no se está cumpliendo y, por otro lado, una clara necesidad de simplificación de los sistemas de etiquetado actuales".