"Trabajo de esponja emocional" o cómo los veterinarios absorben las emociones

Mediante la descripción de una perspectiva feminista sobre las emociones profesionales, Vanesa Ashall, veterinaria de la Unidad de Estudios de Ciencia y Tecnología de la Universidad de York en Reino Unido, muestra en un artículo lo difícil que es para los veterinarios responder, emocionalmente o no, ante todas las situaciones que surgen en la clínica veterinaria.

En el texto, la profesional explica el impacto emocional que supuso el sacrificio de un perro que llegó en condiciones pésimas a la clínica, metido en una bolsa de basura negra y comido por los gusanos.

Al sufrir el surgimiento de las propias emociones dentro de la clínica veterinaria, la autora plantea la perspectiva de que las emociones, en relación con la historia contada anteriormente, pueden representar el papel crucial. De la misma forma, las emociones intensas asociadas con el sufrimiento del perro también podrían describirse como transferidas, al menos en parte, de los dueños del animal, hacia la veterinaria. Dicho en otras palabras, absorbió como una esponja las emociones de los dueños y pudo actuar en consecuencia, haciendo lo que ella consideraba que era mejor para el animal. Después los dueños del perro abandonaron la clínica, sintiéndose un poco mejor, pero la preocupación, explica, se quedó con ella.

Ashall define el concepto "esponja emocional" como personalidades sensibles que pueden verse agobiadas por las emociones de los demás. "Podemos ver ejemplos en los que la profesión veterinaria parece funcionar como una esponja emocional con respecto a las relaciones de la sociedad con los animales", señala la autora.

A través de la amabilidad, la profesionalidad y la obligación, los veterinarios parecen reunir, suprimir y ordenar los sentimientos humanos desordenados que ingresan a la clínica, junto con sus pacientes animales. Los veterinarios no solo deben ocultar sus respuestas a estas emociones negativas dentro de sus propias personalidades profesionales, sino que también deben brindar simpatía, compasión y otras emociones apropiadas, cuando sea necesario. 

Aparte del coste que tiene el trabajo de esponja emocional en los equipos veterinarios, esta perspectiva destaca una razón por la cual las emociones veterinarias tienen un significado ético. "Limpiar a la sociedad de la obligación de sentir las consecuencias de sus relaciones con los animales debe significar que la profesión facilita, hasta cierto punto, el mantenimiento emocional adecuado de las relaciones entre humanos y animales" señala. 

La teoría de la esponja emocional también tiene implicaciones para el desarrollo ético de la propia profesión. "Los veterinarios se vuelven insensibles a la intensidad emocional de su propio trabajo a través del proceso de “aprendizaje” del profesionalismo veterinario" según la autora. 

"Una ética sobre la profesión veterinaria puede requerir que no solo prestemos atención a los estados emocionales de los trabajadores veterinarios, sino también que los distingamos de las respuestas aprendidas que requiere la profesión" concluye. Una especie de balance entre los comportamientos adquiridos ante una profesión rodeada de situaciones de gran intensidad emocional y aquellos que surgen desde la empatía de forma espontánea.

De esta manera, la autora expone como "la antropología tiene el potencial de hacer mucho más que informar sobre lo que es el profesionalismo veterinario. A través de una mayor atención a los estados afectivos de los veterinarios, un enfoque ético nos insta a cambiar nuestras ideas de lo que deberia ser el profesionalismo veterinario".