El parvovirus canino tipo 2 (CPV-2) es un virus de ADN altamente contagioso entre los caninos y causa enteritis parvoviral (EP), que se caracteriza por gastroenteritis grave en perros, generalmente cachorros.
Los signos clínicos de la EP incluyen letargo, vómitos, fiebre, diarrea y neutropenia. CPV-2 infecta una variedad de órganos, incluidos el intestino delgado, las amígdalas, los ganglios linfáticos, el timo, el bazo, el corazón, el hígado y los riñones. En perros no tratados, la EP tiene una tasa de mortalidad del 10 al 20 %, pero puede tratarse con éxito mediante tratamiento hospitalario o ambulatorio.
La recuperación de la EP se ha asociado con signos gastrointestinales persistentes a lo largo de la vida del animal, pero falta información a este respecto.
Por ello se ha llevado a cabo un estudio con el objetivo de determinar si los perros que se recuperan de la EP (perros posparvo) tienen un mayor riesgo de signos gastrointestinales (GI) persistentes en comparación con los perros de control no infectados, e investigar el estilo de vida y los factores clinicopatológicos que están asociados con signos GI persistentes en perros posparvo.
Para realizar la investigación, se recopilaron un total de 86 perros posparvo y 52 perros de control de la misma edad. Muchos años después de la hospitalización por EP, se entrevistó a los propietarios sobre la salud y los hábitos de sus perros mediante un cuestionario.
HIPOTERMIA Y USO DE FÁRMACOS, FACTORES DE RIESGO
La prevalencia de signos gastrointestinales persistentes observados en el estudio fue significativamente mayor en los perros posparvo, en comparación con los perros de control (57 % frente a 25 %). Además, los marcadores de la gravedad de la enfermedad en el momento del ingreso hospitalario, como la neutropenia, la temperatura corporal baja y el tratamiento con un medicamento antiemético (metoclopramida), fueron factores de riesgo significativos para los signos gastrointestinales persistentes en perros posparvo.
Por ejemplo, los perros afectados por EP que estaban hipotérmicos al ingreso en el hospital tenían 16,6 veces más probabilidades de tener signos gastrointestinales posteriores, en comparación con los perros hipertérmicos.
En cuanto al uso de la metoclopramida, los autores descubrieron que los perros tratados con el fármaco durante la hospitalización tenían el doble de probabilidades de sufrir enfermedad intestinal en el futuro.
Además, “la presencia de signos gastrointestinales persistentes en perros posparvo fue un factor de riesgo para problemas de salud en otros sistemas de órganos”.
Ante estos datos, los autores apuntan que “la enteritis por parvovirus es un factor de riesgo significativo para los signos gastrointestinales persistentes en perros, lo que destaca la importancia de la prevención”.
Asimismo, añaden que “los factores de riesgo identificados en el presente estudio pueden guiar futuras investigaciones sobre los mecanismos que vinculan la enteritis por parvovirus con problemas de salud crónicos en perros”.