En estos momentos en los que la carne y el pescado de laboratorio empiezan a mostrarse y los ataques injustificados al consumo de carne proliferan, conviene reflexionar sobre el tema y conviene, sobre todo, ser claros y poner las cosas en su sitio.
El sector de la alimentación, como el propio mundo en el que vivimos, es un sector cambiante, y como tal, a veces, se deja llevar por corrientes modernistas amparadas en argumentos espurios, tales como el sufrimiento animal y la sostenibilidad de las explotaciones. Por si esto fuera poco, dicen que la ganadería produce un 14,5 % de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas a escala mundial.
Tengo la sensación de que no se trata de una cuestión de bienestar animal y, por tanto, de tamaño de explotaciones. El consumidor es consciente de que el bienestar animal forma parte intrínseca del concepto “de la granja a la mesa” y espera que los alimentos se produzcan respetando los principios éticos, de sostenibilidad, bioseguridad y de seguridad alimentaria. Y en eso estamos los veterinarios, ejerciendo nuestra labor de Salud Pública para que tengamos alimentos seguros. No hay que preocuparse de la producción intensiva siempre y cuando se respete escrupulosamente con lo establecido por la ley en temas de bienestar animal, cuya vigilancia es una de las muchas tareas que tenemos encomendadas.
En este sentido, dependemos de todo un Reglamento de Ejecución (UE) 2019/627 por el que se establecen disposiciones prácticas uniformes para la realización de controles oficiales de los productos de origen animal destinados al consumo humano.
El Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (PNCOCA) describe los controles oficiales llevados a cabo en España por las distintas autoridades competentes a nivel estatal, autonómico y local, a fin de garantizar el cumplimiento de la normativa a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta los puntos de venta al consumidor final. La descripción de todas estas actividades pone en evidencia la solidez de la base sobre la que se sustenta la seguridad y la calidad alimentaria en España.
Y por si todo esto fuera poco, tenemos una abundante legislación en cuanto a protección de los animales durante su sacrificio o matanza, así como específicamente condiciones de bienestar animal para cada una de las distintas especies de abasto.
Hay mucha gente que no sabe que en España existe un Plan Nacional de Investigación de Residuos cuyo objetivo es controlar la presencia de distintas sustancias (antibióticos, plaguicidas, metales pesados y otros contaminantes ambientales) en animales vivos y sus productos, y en aguas residuales y piensos. Este plan es de obligado cumplimiento en todas las instalaciones ganaderas.
Lo que tenemos que hacer es potenciar la agricultura y la ganadería modernizando sus explotaciones con creación de industrias paralelas que generen empleo. La intensificación de las explotaciones es una realidad gracias a la aparición de nuevas tecnologías, lo que ha hecho posible una oferta de alimentos seguros y de calidad asequibles para la mayor parte de la sociedad.
Me da la impresión de que los jóvenes urbanitas desconocen todo esto y lo que representa el mundo rural. Creo que, intencionadamente, les han hecho ver que el medio ambiente se conserva exclusivamente limitando el consumo de carne y haciendo a la ganadería responsable de todos los males.
Debemos asumir que España es, en gran medida, la huerta y la granja de Europa. En el momento en que nos demos cuenta de eso, mimaremos y potenciaremos nuestras producciones dejando a un lado todo tipo de complejos y siempre con las limitaciones que la propia salud y el medio ambiente nos imponga.
La ganadería y agricultura tradicionales y familiares desaparecieron hace ya mucho tiempo como consecuencia de los elevados costes de producción. En los momentos actuales en los que los precios de la luz, combustibles, agua, etc. han subido exponencialmente, paradójicamente el precio de la carne se ha mantenido más o menos estable. La carne es un alimento, no nos engañemos, de alto valor nutritivo y por eso, debe llegar de manera fácil a la mayoría de los hogares de nuestra sociedad. Que a nadie se le olvide que la carne es una excelente fuente de proteínas y de vitaminas.
Me gustaría concluir diciendo que, independientemente del sistema de producción que se utilice, el ganado está sometido a estrictos controles sanitarios. Los veterinarios llevan a cabo las inspecciones pertinentes para garantizar que al mercado llegue carne segura para la salud del consumidor, es decir, procedente de animales sanos, sin enfermedades transmisibles a los humanos y sin sustancias nocivas.
Hace muchos años, más o menos 10.000, los seres humanos dejamos de ser nómadas y empezamos a construir los primeros poblados estables. Eso fue posible gracias al nacimiento de la agricultura y la ganadería. Seamos serios y no volvamos a épocas pretéritas, al paleolítico.