La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (CCHF, por sus siglas en inglés), considerada por la Organización Mundial de la Salud como una de las 7 enfermedades epidémicas de mayor prioridad, es una enfermedad zoonótica transmitida por garrapatas que causa una enfermedad grave.
La CCHF se considera la enfermedad hemorrágica viral transmitida por garrapatas más extendida en el mundo y representa un gran riesgo para la salud pública debido a su potencial epidémico, las altas tasas de letalidad en humanos y la falta de medidas de mitigación efectivas, lo que crea una necesidad urgente de investigación acelerada. El virus se transmite a los humanos principalmente por la picadura de Hyalomma spp. las garrapatas, que actúan como reservorios y vectores; en las garrapatas se ha demostrado transmisión sexual, transovárica y transestadial.
Los grupos en riesgo incluyen a los granjeros y sus familias, los trabajadores de los mataderos y de la salud, los veterinarios y las personas que son propensas a ser picadas por garrapatas.
Un estudio reciente del Centro de Investigación en Sanidad Animal, INIA-CISA recogía que el primer caso de Crimea-Congo en España se detectó en mayo de 2013.
Ahora, los investigadores María Paz Sánchez-Seco, María José Sierra, Ricardo Molina, Anabel Negredo del CIBER Enfermedades Infecciosas (CIBERINFEC); Agustín Estrada-Peña, de la Universidad de Zaragoza; Félix Valcárcel del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria; Eva Ramírez de Arellano y Maribel Jiménez del Instituto de Salud Carlos III; Ángeles Sonia Olmeda de la Universidad Complutense de Madrid; Lucía García San Miguel del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar; y Luis J. Romero del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca, han llevado a cabo un estudio multidisciplinario centrado en las garrapatas como centinelas para determinar la distribución nacional del parásito con el virus de la FHCC.
Para ello, se recolectaron garrapatas de animales y vegetación, se agruparon muestras (12.584 garrapatas; 4 556 grupos) y se usaron métodos moleculares para buscar el virus. “Detectamos el virus en 135 charcos de la mayoría de las regiones estudiadas, lo que indica que está muy extendido en España. Encontramos secuencias de los genotipos I, III y IV del virus CCHF en las especies de garrapatas recolectadas, más comúnmente en Hyalomma lusitanicum, lo que sugiere que esta garrapata tiene un papel destacado en el ciclo natural del virus. El ciervo rojo (Cervus elaphus) fue el huésped que con mayor frecuencia arrojó garrapatas positivas”, explican.
De esta forma, la investigación muestra los resultados de un extenso estudio de vigilancia de CCHFV en España, que involucró a más de 12.000 garrapatas recolectadas mientras buscaban alimento o se alimentaban. El objetivo era proporcionar una visión general de la distribución actual y la variabilidad genética de las cepas de CCHFV encontradas hasta ahora en España, con un enfoque especial en la evaluación de riesgos futuros”, explican.
El paciente en 1 de los casos de 2018 se infectó en la provincia de Badajoz en la región de Extremadura. Asimismo, el estudio indica que, en la segunda fase de la investigación, durante mayo-septiembre de 2017 y marzo-julio de 2018, se recolectaron garrapatas de la vegetación en 15 comarcas de 4 regiones donde no se había descrito previamente la circulación del virus: Comunidad de Madrid, Castilla La Mancha, Murcia, y Andalucía.
Según detalla el informe, los casos humanos de FHCC en Europa generalmente se habían notificado en países de la antigua Unión Soviética y algunos países balcánicos antes de que se detectaran los 2 casos clínicos humanos en España en 2016 lo que aumentó la concienciación sobre la circulación del virus en Europa occidental.
El caso-paciente índice fue picado por una garrapata mientras paseaba por un campo de la provincia de Ávila, perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla y León. El segundo caso fue una infección nosocomial en un trabajador de la salud. “Desde entonces, se han descrito 8 casos adicionales en España: 1 en 2013 (documentado recientemente en un estudio retrospectivo), 2 en 2018 (1 encontrado retrospectivamente), 3 en 2020 y 2 en 2021”.
“El seguimiento epidemiológico de estos casos humanos reveló una distribución del virus más amplia de lo esperado inicialmente”, indican. El estudio recoge la presencia de este virus en cinco comunidades autónomas del centro y suroeste peninsular.
En conclusión, los investigadores señalan que “identificamos 5 regiones en el centro y suroeste de España donde está presente CCHFV. En conjunto, los hallazgos de nuestro informe y de un estudio anterior indican la circulación permanente de CCHFV en estas regiones, que se caracterizan por un ecosistema de bosque mediterráneo rico en ungulados silvestres que sin duda favorece la presencia de garrapatas H. lusitanicum. La falta de detección positiva en Murcia, una de las regiones encuestadas, no prueba que el virus no esté presente allí, sino que más bien refleja la pequeña cantidad de garrapatas recolectadas en la región”.
Además, reconocen que “el riesgo de transmisión a humanos aún no ha sido posible calcular debido a la escasez de datos. Se necesita investigación para determinar las razones detrás de la alta variabilidad de CCHFV y la distribución real y el origen de las cepas circulantes”. Asimismo, destacan “la necesidad de estudios más amplios en España para conocer el riesgo completo para la salud pública”.
Aún así, indican que “los médicos, especialmente los médicos generales, así como el personal de laboratorio, los trabajadores de la salud pública, las partes interesadas y el público en general deben ser conscientes de la situación de la CCHFV en España. Debido a que algunos casos clínicos pueden ser leves y etiológicamente no resueltos por los médicos, se debe disponer de herramientas adecuadas que puedan detectar el virus en los casos clínicos sospechosos en España. El diagnóstico de FHCC se ve dificultado por las condiciones de bioseguridad requeridas para manejar un virus de alto riesgo biológico”.