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La dificultad de estudiar Veterinaria con pérdida auditiva y en tiempos de Covid-19
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La dificultad de estudiar Veterinaria con pérdida auditiva y en tiempos de Covid-19

La estudiante de Veterinaria Raquel Delgado tiene pérdida auditiva y necesita herramientas adaptadas para trabajar, y la situación de la pandemia ha agravado su situación
Veterinaria audífonos
Raquel Delgado, estudiante de veterinaria en la universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia.

Raquel Delgado empezó a estudiar Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, y en septiembre se marchó a la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia de SICUE. Tiene pérdida auditiva, y necesita herramientas adaptadas para trabajar. “Mi principal herramienta de comunicación es la lectura labial, y debido a la pandemia la he perdido”, cuenta en declaraciones a Diario Veterinario.


Este año estudia “exclusivamente asignaturas de clínica” de tercer y cuarto curso. Para poder realizar su labor precisa de un fonendoscopio adaptado. “Como tengo que llevar audífonos por tener pérdida auditiva no puedo usar uno normal, y solicité uno que amplifica el sonido”.


“En la universidad no me han puesto impedimentos”, explica. De hecho, le han prestado uno durante este curso. “La pega es que esté bien adaptado, que es lo difícil”. Confiesa que escucha muy bien con este modelo, aunque le encuentra un pequeño inconveniente, “debo quitarme los audífonos cada vez que lo quiero usar”. Ha comprado por su cuenta un fonendoscopio diferente, aunque todavía no ha podido probarlo.


La pandemia de Covid-19 obligó a reducir aforos en las aulas, y con las clases vacías y muy pocos alumnos “había eco y no se podía escuchar con nitidez”, asegura. Así, su universidad optó por añadir un subtitulado automático a los profesores para ayudarle, aunque no sirvió de mucho. La transcripción no era correcta y tenía un retardo de dos segundos. “Al final era un quebradero de cabeza más”, así que tuvo que estudiar por apuntes que le prestaron sus compañeros.


Este año la situación epidemiológica permitió eliminar las restricciones de aforos, se volvieron a llenar las aulas y desapareció el eco. Los docentes cuentan, además, con un micrófono que se conecta a sus audífonos. “Para mí es fundamental. El profesor se lo pone, habla, y su voz llega de manera directa a mis oídos”. Todo esto le permite escuchar mejor, aunque reconoce que no es suficiente. “Necesito leer los labios para la total comprensión. Me paso el día deduciendo”.


De manera reciente han salido al mercado unas mascarillas homologadas con ventana transparente, pero “el precio es un abuso y solo duran 8 horas”. Estas las tendrían que emplear sus profesores, y recuerda que son más de 30. “Si las tuviésemos que comprar ellos o yo nos dejaríamos muchísimo dinero”.


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Fonendoscopio de Raquel Delgado adaptado para sus audífonos.


Su principal herramienta de comunicación es la lectura labial, y las mascarillas le impiden ponerla en práctica. Aunque en las clases se guía por las presentaciones y los apuntes de sus compañeros, le dificulta mucho la comprensión y le genera frustración, porque no es capaz de entender lo que explica el profesor. La estudiante afirma que lo primero es la salud y la protección, y comprende que haya que llevarlas, pero pide que se entienda que es un gran inconveniente para ella.


“Veo que sí que hay profesores que quieren cambiar la educación para hacerla más accesible”. Asegura que no tiene muchos impedimentos para estudiar y que en su universidad están muy pendientes de ella. Solo pide poder estar incluida en la comunicación oral


Sin embargo, su situación le impide estar incluida en la comunicación oral, pese al trabajo de todos. “Mi sobreesfuerzo son las horas sentadas en la silla, estudiando”.


Delgado reconoce que hay situaciones muy complicadas tanto para ella como para los profesores. “Existe mucha impotencia, pero se puede solventar escuchando las necesidades de cada uno y aceptando sus necesidades”.

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