El presidente del Colegio de Veterinarios de Badajoz, José Marín Sánchez Murillo, a través de un vídeo, remarca la necesidad de “recapacitar” sobre el uso de petardos como forma de diversión durante las fechas navideñas y denuncia el daño que este ocasiona en las mascotas, en concreto en perros.
El presidente comienza explicando con una experiencia personal que vivió durante su trabajo en una clínica veterinaria el sufrimiento que padecen los perros al escuchar estos sonidos. “Recibí una llamada para atender a un perro que, como consecuencia del ruido de la pirotecnia, se lanzó por una ventana”, detalla. Según cuenta, durante una noche de Navidad, y como consecuencia de los petardos que se lanzan durante esas fechas, el perro rompió los cristales de la ventana de la casa en la que vivía y se lanzó.
El animal se seccionó una serie de vasos sanguíneos y tendones, lo que terminó por causarle la muerte. “Aquello me impactó mucho y, desde entonces, tomé verdadera conciencia de lo que realmente significa el lanzamiento de petardos para este tipo de animales”, puntualiza.
Los animales tienen una capacidad auditiva mucho mayor que la de las personas. En concreto, la sensibilidad auditiva que perros y gatos poseen se debe a que estos animales oyen hasta los 60kHz –en el caso de los humanos es hasta 20kHz–. En el caso de las personas, al escuchar el sonido de un petardo “sabemos el por qué está ocurriendo ese ruido, pero los animales no comprenden qué está sucediendo y piensan en lo peor”, señala el veterinario.
Aparte de las experiencias que ha vivido como profesional en una clínica veterinaria, cuenta que durante los 14 años que ha convivido con su perro, este también ha sufrido cada Navidad las consecuencias del lanzamiento de petardos.
“Todos los años era igual, ya no sabía dónde meterse”, afirma. Debajo de las sillas, de mesas, de la cama…etc, José Marín Sánchez Murillo enumera los numerosos lugares en los que su perro solía esconderse cuando escuchaba esos ruidos y, además, añade que sufría temblores como consecuencia de ellos. “No encontraba consuelo ni siquiera cuando alguien de la familia lo cogía”, lamenta.
Por todo esto, defiende la necesidad de tomar conciencia sobre este problema y espera que no haya ningún lanzamiento de petardo más. “Quiero pensar que el que lanza petardos nunca ha visto a un perro padecer este tipo de sintomatología, porque si lo ha visto no tiene humanidad. Podemos divertirnos de muchas maneras, hay infinidad de formas para pasarlo bien”, concluye.