Una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Columbia Británica (UBC), sugiere que es probable que los gatos que deambulan libremente sean los culpables de la propagación del parásito Toxoplasma gondii a la vida silvestre en áreas urbanas densamente pobladas.
El estudio, que ha sido el primero en analizar una gran cantidad de especies de vida silvestre a escala global, también destaca cómo los ecosistemas saludables pueden proteger contra este tipo de patógenos.
Los investigadores, dirigidos por la profesora adjunta de silvicultura de la UBC, Amy Wilson, examinaron 45.079 casos de toxoplasmosis en mamíferos salvajes, una enfermedad que se ha relacionado con trastornos del sistema nervioso, cánceres y otras afecciones crónicas debilitantes.
En este sentido, descubrieron que la vida silvestre que vive cerca de áreas urbanas densas tiene más probabilidades de estar infectada.
"Dado que el aumento de la densidad humana se asocia con un aumento de la densidad de gatos domésticos, nuestro estudio sugiere que los gatos domésticos que deambulan libremente, ya sean mascotas o gatos salvajes, son la causa más probable de estas infecciones", explica Wilson.
"Este hallazgo es significativo porque simplemente limitando la deambulación libre de los gatos podemos reducir el impacto del toxoplasma en la vida silvestre", agrega.
Sobre la epidemiologia del parásito, los autores explican que un gato infectado puede excretar hasta 500 millones de ooquistes (o huevos) de toxoplasma en solo dos semanas. Los ooquistes pueden vivir durante años en el suelo y el agua con el potencial de infectar a cualquier ave o mamífero, incluidos los humanos. La toxoplasmosis es particularmente peligrosa para las personas embarazadas.
Si un animal está sano, el parásito permanece inactivo y rara vez causa daño directo. Sin embargo, si el sistema inmunológico de un animal está comprometido, el parásito puede desencadenar una enfermedad y potencialmente la muerte.
ENFOQUE ONE HEALTH DE LA TOXOPLASMOSIS
El estudio también destaca la forma en que los bosques, arroyos y otros ecosistemas saludables pueden filtrar patógenos peligrosos como el toxoplasma.
"Sabemos que cuando se destruyen los humedales o se restringen los cursos de los arroyos es más probable que experimentemos escorrentías que transportan más patógenos a las aguas donde los animales salvajes beben o viven. Por el contrario, cuando los hábitats son saludables, la vida silvestre prospera y tiende a ser más resistente a las enfermedades".
Los resultados de investigaciones como estas “nos recuerdan que todos los ecosistemas están intrínsecamente vinculados”.
En este aspecto, “existe un creciente reconocimiento entre los profesionales de las ciencias forestales y otros grupos de que proteger la biodiversidad y los ecosistemas que sustenta es un enfoque eficiente y económico para reducir la transferencia de enfermedades entre la vida silvestre, los animales domésticos y los humanos. La conservación es realmente una medicina preventiva", concluye Wilson.