La gonadectomía, o castración quirúrgica, es una cirugía común practicada para el control reproductivo de perros y gatos y se incluye dentro de la tenencia responsable de los animales de compañía. Además, en la práctica clínica se recomienda para la prevención de enfermedades relacionadas con las hormonas sexuales o el sistema reproductor y como parte del tratamiento de diferentes problemas de conducta como el marcaje con orina, la monta sexual o algunos tipos de agresividad.
A este respecto, el Grupo de Especialidad de Etología Clínica (GrETCA) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA), ha elaborado una publicación en la que recoge los efectos de esta práctica sobre la conducta canina y felina.
Tal y como explican los expertos, estudios recientes en la especie canina asocian la castración, especialmente en perros de menos de 6 meses de edad, con trastornos articulares, varias neoplasias, enfermedades endocrinas y problemas de comportamiento relacionados con el miedo, la ansiedad y la agresividad.
Considerando los nuevos resultados, que generan controversia en cuanto a los beneficios y riesgos de la gonadectomía, “se hace preciso matizar, de acuerdo con la evidencia científica actual, en qué casos esta intervención podría estar indicada y en cuales no, y para ello es necesario revisar algunos conceptos y los estudios más relevantes en el tema”, indican.
Asimismo, según cuentan los expertos, se debe tener en cuenta también, que existe una limitación de la literatura científica disponible sobre el efecto de la gonadectomía en perros y gatos, y es que la mayor parte de los estudios son observacionales retrospectivos y no de intervención aleatoria, de modo que no establecen una relación causa-efecto de la castración. Por ello, “será necesario realizar más investigaciones con diseños de estudios prospectivos”.
CONCEPTO DE DIMORFISMO SEXUAL
Las hormonas presentes antes y después del nacimiento juegan un papel muy importante en el desarrollo y control de las conductas sexualmente dimórficas. Durante el desarrollo fetal, las hormonas sexuales tienen un efecto organizador sobre los órganos sexuales y el cerebro. En la pubertad, cuando los órganos sexuales ya se han desarrollado, las hormonas sexuales tienen un efecto activador.
Los machos experimentan un aumento de la secreción de testosterona (andrógenos) alrededor del nacimiento que es responsable de la “masculinización” del cerebro con la posterior exhibición del comportamiento típico del macho. Sin la influencia de la testosterona (aromatizada a estrógeno a nivel local) el cerebro seguiría siendo femenino independientemente de las gónadas presentes, explican los expertos.
Debido al efecto organizador de los andrógenos, antes de la pubertad, los machos ya se diferencian en su comportamiento de las hembras, por ejemplo, en el juego o en la postura para orinar (de pie en el macho y en cuclillas en la hembra).
Así pues, “tanto los machos como las hembras tienen circuitos neuronales básicos para los patrones de comportamiento típicos de ambos sexos y esta diferencia en la organización cerebral se relaciona con la probabilidad o frecuencia con la que se activa el sistema masculino o femenino”. Las conductas sexualmente dimórficas se definen por tanto como aquellas conductas que son más frecuentes en un sexo que en otro.
De esta manera, aunque no es lo más habitual, las hembras pueden mostrar conductas típicamente masculinas y los machos conductas asociadas a las hembras, “sin que esto suponga ninguna alteración del comportamiento”.
EFECTOS DE LA GONADECTOMÍA SOBRE LAS CONDUCTAS SEXUALMENTE DIMÓRFICAS
En la especie canina, los especialistas señalan que la castración en los machos ejerce una influencia notable sobre las conductas sexualmente dimórficas, “y la reducción varía entre el 50 y el 90 % según la conducta y el estudio consultado. Estas conductas son el marcaje con orina, el vagabundeo, la monta sexual y la agresividad intrasexual”.
Así, los porcentajes de reducción de las conductas sexualmente dimórficas en el perro macho tras la castración fueron un 50 % en el marcaje con orina, 66 % en la monta sexual, 68 % en la agresividad intrasexual y 90 % en el vagabundeo de acuerdo con el estudio de Hopkins y colaboradores (1976).
Por otra parte, según lo observado por Neilson y colaboradores (1997), en un 25-40 % de los machos castrados dichas conductas se reducían en un 90 %, y en un 60-80 % se reducían un 50 %,
El efecto de la castración sobre estas conductas, tal como explican desde el grupo, no dependería de la edad de castración ni del momento de presentación del problema, aunque, en concreto, el comportamiento de cópula puede persistir en los machos y parece depender más de la experiencia sexual previa que de la edad de castración.
EFECTOS DE LA GONADECTOMÍA EN LA ESPECIE FELINA
En el gato, según comentan los veterinarios, la castración reduce la monta, el vagabundeo, el marcaje con orina y la agresión entre machos en un 80-90 % de los casos. En el caso de las gatas la castración disminuye las conductas sexuales y las conductas agresivas.
La castración temprana (6-16 semanas de vida) en la especie felina no parece afectar al desarrollo de problemas de conducta potenciales, si bien se asocia con aumento de la timidez hacia extraños y la disminución de la hiperactividad.
EFECTOS DE LA GONADECTOMÍA SOBRE LA CONDUCTA EN LA ESPECIE CANINA
La influencia de la gonadectomía sobre el comportamiento canino es variable y compleja. Así, por ejemplo, el grupo comenta en su publicación que “Zink y colaboradores (2014) observaron que los machos y hembras castrados tenían más probabilidad de padecer trastornos de conducta, especialmente si la gonadectomía era realizada antes de los 6 meses de edad. Más aún, observaron que cuanto más temprana era la edad de castración antes se establecía el diagnóstico de los citados trastornos”.
Por otro lado, la concentración de la Hormona Luteinizante (LH) tras la castración se encuentran en niveles suprafisiológicos por la falta de retroalimentación de estrógenos y testosterona sobre la hipófisis y el hipotálamo, y, los efectos sobre el comportamiento de esta hormona están actualmente en estudio, explican en la publicación. El papel principal de la LH es la función reproductiva, pero hay receptores de LH presentes en diferentes tejidos y, por ejemplo, “pueden tener efectos sobre la saciedad o la cognición. Es importante destacar que el implante de deslorelina mantiene la LH en concentraciones fisiológicas a diferencia de la castración quirúrgica”.
Por tanto, más allá del impacto de la gonadectomía sobre las conductas sexualmente dimórficas, “es importante revisar el efecto de esta intervención sobre los diversos trastornos de comportamiento, así como sobre aspectos cognitivos, emocionales y relacionados con la maduración en la especie canina”.
En este sentido, algunos de los efectos sobre los trastornos de conducta señalados por los especialistas, son la fobia a ruidos fuertes, que es más frecuente en hembras que en machos y en animales castrados, en general.
Asimismo, “la ansiedad por separación, la excitabilidad o la eliminación por sumisión aparecen significativamente aumentadas en perros castrados con menos de 6 meses en comparación con perros no castrados o castrados con más de 6 meses”.
Otros estudios han observado tasas más altas de agresividad dirigida hacia miembros de familia, ladridos o gruñidos a visitantes y ladridos excesivos en relación al acortamiento en la edad de castración.
Sin embargo, explican que algunas investigaciones asocian la castración en perros macho con un menor riesgo de padecer ansiedad por separación y agresividad; aunque en este último caso, “no se tuvo en cuenta la edad de castración ni los motivos de la misma, no pudiendo establecerse una clara relación de causalidad”.
En las perras, no existen evidencias de que la castración tenga efectos beneficiosos sobre la conducta, más allá de las directamente relacionadas con el estro (celo). Por el contrario, “sí se han evidenciado riesgos asociados a esta cirugía como el del incremento del apetito indiscriminado y de la agresividad hacia los miembros de la familia u otros comportamientos agresivos, especialmente en hembras castradas con menos de 1 año de edad y que ya habían mostrado agresividad previamente”.
En este aspecto, en las hembras la castración podría tener un efecto negativo sobre las habilidades sociocognitivas y sobre el aprendizaje espacial, lo que resulta relevante, por ejemplo, en el ámbito de los perros de trabajo. Igualmente, en los machos puede ocasionar un deterioro de la memoria de trabajo.
Y, aunque las pruebas son limitadas, “la gonadectomía en perros, tanto machos como hembras, aumenta el riesgo de padecer disfunción cognitiva, y hace que el cuadro clínico progrese más rápido en machos castrados que ya mostraban signos de deterioro cognitivo leve”.
A su vez, en cuando los efectos sobre las emociones, explican que la bajada de testosterona que sigue a la castración podría provocar mayor ansiedad, disminuir los umbrales de dolor y producir respuestas de tipo depresivo. En este sentido, existen evidencias de que la testosterona tiene un efecto ansiolítico y analgésico y que modula las emociones de miedo y las respuestas depresivas.
Se ha observado asimismo que el comportamiento social de los perros machos variaría en función del estado reproductivo. Se ha visto que los individuos castrados reaccionan emocionalmente de forma más inestable (se muestran más ansiosos e inseguros) ante situaciones de estrés y muestran una mayor tendencia a la agresividad y al miedo, además, de ser más propensos a ser olfateados por los machos enteros.
Los efectos de la testosterona sobre la emoción, en general, son más consistentes que sobre la cognición.
EFECTOS SOBRE LA MADURACIÓN
En la publicación explican que McGreevy y colaboradores (2018) estudiaron el comportamiento de 6.235 perros machos castrados antes de las 520 semanas de vida y concluyeron que, en los perros machos castrados, la tendencia a mostrar numerosos comportamientos puede verse influida por el momento de la castración y, que el comportamiento madura cuando se permite que las hormonas sexuales tengan su efecto.
Por ejemplo, “la audacia o atrevimiento se considera un superrasgo que incorpora la falta de miedo y un mayor interés por interactuar con los objetos sociales, y tanto machos como hembras enteras son más audaces que los castrados”.
La audacia también disminuye con la edad. “Si la audacia predice un comportamiento menos temeroso y más sociable con los humanos y los perros, sería deseable preguntarse si prácticas como la castración temprana pueden contribuir a los comportamientos problemáticos”, señalan. Es posible que durante la transición a la pubertad las hormonas sexuales desempeñen un papel en la protección de los perros contra el miedo en la vida adulta.
RECOMENDACIONES GENERALES EN EL MOMENTO DE DECIDIR LA GONADECTOMÍA
Según se extrae del artículo, “es necesario que los veterinarios clínicos practiquen una medicina individualizada y analicen con sus clientes los beneficios e inconvenientes de la castración en lugar de recomendarla sistemáticamente a todos los animales no destinados a la cría, teniendo en cuenta aspectos médicos y comportamentales”.
La gonadectomía reduce la frecuencia de aparición de las conductas sexualmente dimórficas en el perro y en el gato, en diferente proporción según la conducta y la especie.
A su vez, la castración puede tener un efecto negativo sobre los problemas de conducta relacionados con la ansiedad, el miedo y la agresividad, especialmente si se realiza antes de los 6 meses de edad. También señalan que las hormonas sexuales juegan un papel importante sobre la maduración de la conducta, la cognición y el estado emocional de los animales.
En los problemas de conducta relacionados con la agresividad, la castración de las perras solo se recomienda si la agresividad se produce durante el estro (o la pseudogestación) o es más intensa durante este periodo. En cualquier caso, “debe repetirse la misma situación en dos celos consecutivos para asegurar la asociación entre la aparición del celo y el incremento de la agresividad”.
Si un animal ya muestra algún problema de conducta, “debe derivarse a un veterinario etólogo para el estudio de dicho problema antes de aconsejar la castración”.
En caso de estar indicada la castración en los perros macho, los expertos comentan que el veterinario podría ofrecer la posibilidad de utilizar el implante de deslorelina para valorar los cambios en el comportamiento previo a la decisión de una castración quirúrgica.
En resumen, la gonadectomía no debería ser la única acción invariable para el control de la reproducción, si bien ese control es necesario, ya que la castración puede aumentar la probabilidad de que los animales muestren una conducta molesta que, a su vez, aumentará el riesgo de abandono.