La epilepsia es una afección neurológica debilitante y potencialmente mortal que afecta a aproximadamente 65 millones de personas en todo el mundo, de las cuales el 30 % (20 millones) no pueden controlar sus convulsiones con medicamentos.
Actualmente no hay un dispositivo eficaz y simple de alerta temprana para el inicio de las convulsiones, lo que significa que muchas personas con epilepsia inestable viven con miedo a las lesiones o la muerte súbita y el impacto negativo de la estigmatización social.
En este aspecto, ha habido relatos anecdóticos de perros domésticos que predicen las convulsiones epilépticas de su dueño, pero hasta la fecha ningún estudio científico ha investigado la veracidad de estas afirmaciones.
Las convulsiones epilépticas se asocian con un olor específico que es detectable por los perros de compañía. Un nuevo estudio ha analizado la reacción de los perros a los olores y encontró que los perros podían predecir cuándo una convulsión era inminente.
En base a ello, la investigación, dirigida por la Universidad de Queen, en Belfast, ha demostrado que los perros pueden predecir ataques epilépticos, ofreciendo una señal de advertencia a los propietarios.
El investigador principal del estudio, Neil Powell, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Queen, explicó que "planteamos la hipótesis de que, dado el extraordinario sentido del olfato de los perros, un compuesto orgánico volátil exhalado por el dueño epiléptico del perro puede proporcionar un mecanismo de activación de alerta temprana al que hacer que los perros reaccionen antes de la convulsión. Los resultados han demostrado que los perros domésticos son una fuente confiable para detectar una convulsión".
Los investigadores exploraron cómo un grupo de perros domésticos reaccionó a la aparición de olores asociados a las convulsiones. Para ello, entregaron a los animales, por separado, olores epilépticos asociados a convulsiones y olores no asociados, y registraron las reacciones de los perros a cada uno.
Usando 19 perros, los investigadores los expusieron a olores que se consideraron característicos de tres fases de convulsiones, mediante el uso de sudor cosechado de personas con la enfermedad. Al exponer los olores que emergen de las muestras de sudor, capturadas antes de la convulsión, durante una convulsión y después de una convulsión, y dos muestras controles, los investigadores registraron la respuesta de los animales.
Tras la lectura de los resultados, encontraron que los 19 perros demostraron más cambios de comportamiento cuando se enfrentaron a olores asociados a convulsiones, en comparación con su respuesta a los olores de control.
En este aspecto, Powell agregó que "nuestros hallazgos mostraron claramente que todos los perros reaccionaron al olor asociado a las convulsiones, ya sea haciendo contacto visual con su dueño, tocándolos, llorando o ladrando. Hay un olor volátil único relacionado con las convulsiones epilépticas, detectable por los perros, que a su vez pueden advertir a su dueño de que es probable que ocurra una convulsión”.
"Nuestra investigación se basó en perros de compañía sin entrenamiento previo. Si podemos entrenar perros, esto tiene el potencial de marcar una gran diferencia para los propietarios que experimentan convulsiones impredecibles y deberían recorrer un largo camino para mejorar no solo su seguridad, sino también su calidad de vida".