La consulta con un veterinario etólogo es, a menudo, la última opción en caso de animales domésticos con problemas de comportamiento. En muchos casos, los propietarios están cansados y agotados, tanto emocional como económicamente.
En este aspecto, el Grupo de Especialidad de Etología Clínica (GrETCA), de la Asociación Veterinarios Españoles Especialistas Pequeños Animales (AVEPA), se ha hecho eco del estudio de la veterinaria Colleen S. Koch donde trata el tema en profundidad.
La veterinaria explica que “la mayoría de los animales abandonados en refugios debido a problemas de comportamiento han sido visitados por un veterinario generalista durante el año anterior. Y aunque los veterinarios generalistas deberían hacer preguntas sobre el comportamiento en cada contacto que tienen con el paciente y el cliente, esto no siempre sucede”.
Preguntar a los clientes sobre problemas de comportamiento durante las consultas puede ser una tarea difícil para los veterinarios generalistas. El tiempo siempre es limitado, y la información sobre otros servicios puede tener prioridad.
Así, la experta comenta que “ciertos indicadores en el perro, como llevar un collar de pinchos, estrangulador o de impulsos eléctricos, o la necesidad de usar un bozal durante el examen veterinario, pueden sugerir que el animal tiene problemas de comportamiento que el propietario está tratando de resolver, o que el propietario no es consciente de las implicaciones que tiene utilizar estos dispositivos”.
Por ello, “como veterinarios, tenemos el deber de educar a los clientes sobre las formas adecuadas para manejar los problemas de comportamiento y de educación o, al menos, conocer cuándo y a quién referir estos clientes. Por lo tanto, conviene añadir servicios de asesoramiento sobre comportamiento en la clínica veterinaria, que ayudan a preservar y mantener el vínculo humano-animal, lo que resulta en una mejor atención, un incremento en la calidad de vida y una mayor conciencia de que existen especialistas veterinarios”.
Si bien, recuerda que “muchos veterinarios generalistas se gradúan sin conocimientos sobre lenguaje corporal, teoría del aprendizaje y comportamiento. Sin formación sobre el tema, muchos no son capaces de diferenciar entre un problema de comportamiento y un problema de educación o adiestramiento y carecen de la aptitud para tratarlos adecuadamente”.
Los expertos han estado tiempo abogando por la inclusión de materias sobre comportamiento animal en el currículo veterinario. Colleen S. Koch afirma que en “una encuesta se encontró que el 42 % de los propietarios de perros y el 47 % de los de gatos tenían inquietudes sobre el comportamiento de sus mascotas, y que los problemas de comportamiento son la causa más común de abandono de animales en los refugios”.
Por otra parte, “en un estudio reciente, se descubrió que los propietarios de cachorros separados de su madre antes de las 8 semanas de edad que recibieron asesoramiento sobre comportamiento durante su primera visita veterinaria, comunicaron menos agresividad y trastornos de conducta que los propietarios del grupo de control que no recibieron el asesoramiento”.
VETERINARIOS ETÓLOGOS, UNA ESPECIALIDAD NECESARIA
Los veterinarios etólogos son utilizados a menudo como último recurso en los problemas de conducta por diversos motivos. Primero, “la mayoría de los veterinarios generalistas han estado involucrados con animales de alguna manera antes de comenzar sus estudios y pueden haber estado en contacto con algunos métodos de entrenamiento. Desafortunadamente, es posible que no hayan sido expuestos a las mejores técnicas para cada animal”, subraya la veterinaria.
En segundo lugar, “hay una escasez de veterinarios etólogos y un número creciente de educadores de animales que afirman ser etólogos. Además, los adiestradores de perros que usan principalmente el castigo positivo, superan en número a los que usan refuerzo positivo. Aunque los métodos de entrenamiento basados en el castigo, la coacción y la corrección pueden conducir a percibir una mejoría en algunos animales, así no se aborda la causa subyacente al comportamiento y solamente se suprime”.
Además, diversos programas de televisión populares han puesto el foco en personas sin acreditación ni estudios que afirman ser etólogos o especialistas en comportamiento, según lamenta la experta. “Esto ha creado una idea errónea de lo que realmente hacen los especialistas en comportamiento y, a menudo, ha promovido técnicas inaceptables e inhumanas que pueden provocar un aumento del miedo, la ansiedad y la agresividad”.
Por todo ello, insiste en que “para convertirse en especialista en etología veterinaria debe completar los estudios universitarios y una serie de estudios posteriores en medicina del comportamiento”. Por el contrario, “los adiestradores no requieren credenciales y no tienen un organismo de profesionales acreditados para responsabilizarlos por sus conocimientos o acciones. Estas personas pueden poseer certificados que acrediten su educación, pero ninguna entidad garantiza que estén utilizando técnicas seguras y humanas”.
LAS SOLUCIONES FÁCILES NO DAN GARANTÍAS
La práctica de la medicina no ofrece garantías, y los etólogos veterinarios diagnostican las motivaciones subyacentes de los problemas de conducta y los tratan. “Como ocurre en otras áreas de la medicina veterinaria, la medicina del comportamiento puede requerir la utilización de medicamentos perpetua, además de las medidas de modificación de conducta y de manejo”.
También apunta que “las soluciones rápidas y las garantías de por vida que ofrecen los adiestradores y otros profesionales no acreditados a menudo son ilusorias y, a menos que se aborde la motivación subyacente, el comportamiento no deseado continuará reapareciendo”.
Los problemas de comportamiento son condiciones médicas tratables y, en muchos sentidos, equivalen a enfermedades psiquiátricas en humanos. “Aunque puede que no haya una cura para muchos problemas de conducta, hay una variedad de tratamientos disponibles que pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes y su relación con sus propietarios”, añade.
Sin embargo, “sin el tratamiento adecuado, estos pacientes y sus propietarios convivirán con dificultades mientras se erosiona el vínculo humano-animal, lo que conducirá muy probablemente al abandono”.
Mientras las mascotas continúen desempeñando un papel cada vez más importante en la familia y en la sociedad, los propietarios comenzarán a exigir cada vez más un tratamiento especializado de los problemas de conducta.
En conclusión, “la intervención temprana tiene el potencial de abordar problemas mientras aún pueden corregirse y puede evitar que los clientes sufran económica y emocionalmente”.