La hiperplasia prostática benigna (HPB) es una enfermedad muy común en perros no castrados y normalmente está subdiagnosticada. Con la edad del animal, la próstata va aumentado de tamaño dando lugar a la hiperplasia, lo que en algunos perros puede cursar sin sintomatología evidente.
Empar García Roselló, profesora del Dpto. Medicina y Cirugía Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera, ha explicado la incidencia de la enfermedad, así como los posibles tratamientos y recomendaciones para los propietarios.
En este sentido, aunque en muchas ocasiones sea un proceso con curso asintomático, “el aumento prostático puede resultar bastante molesto en algunos animales ya que va a presionar los órganos que la rodean. Además, pueden darse complicaciones posteriores como la prostatitis o infección de la próstata y la presencia de quistes prostáticos o paraprostáticos”, explica la veterinaria.
Por lo tanto, Roselló considera que es recomendable una revisión anual de la próstata en perros no castrados de más de 5 años.
Respecto a los síntomas de la enfermedad que pueden hacer saltar las alarmas a los propietarios, existe “dificultad y/o deseo frecuente de orinar, estreñimiento y/o dificultad al defecar, presencia de heces aplanadas, presencia de sangre al orinar, problemas de rigidez en extremidades posteriores o problemas al caminar”, apunta la experta.
Por otro lado, entre las consideraciones al veterinario clínico, la profesora indica que se puede evaluar el tamaño prostático con una palpación digital. Además, también se puede realizar una ecografía prostática para medir la próstata y detectar posibles alteraciones del parénquima prostático; inflamaciones, presencia de quistes y presencia de tumores.
Asimismo, “actualmente existen pruebas específicas que permiten valorar la presencia de proteínas específicas de la hiperplasia prostática en sangre”. Por ejemplo, los test de esterasa específica de la próstata canina (CPSE), como Speed™ CPSE de Virbac, resultan útiles para el diagnóstico de la enfermedad, así como para el cribaje de perros de 5 años en adelante.
En cuanto al tratamiento de la hiperplasia, existen dos opciones posibles. En primer lugar, la esterilización quirúrgica, la que en opinión de Roselló es una solución definitiva y eficaz. “Al quitar los testículos la próstata deja de crecer ya que disminuye la testosterona en el animal”.
Por otra parte, existe la opción de utilizar un tratamiento médico, recomendado en animales reproductores o propietarios que no quieran castrar a su perro.
Ypozane®, cuyo principio activo es el acetato de osaterona, un antagonista de los andrógenos a sus receptores prostáticos y bloqueador del transporte de testosterona a la próstata, es un medicamento eficaz para tratar la enfermedad, administrándose vía oral una vez al día durante una semana, durando su efecto hasta 6 meses. Además de su excelente tolerancia en perros de edad avanzada, preserva la capacidad reproductora. Ypozane® también puede utilizarse como tratamiento complementario a la castración quirúrgica para una resolución más rápida de los síntomas.
También existe Suprelorin®, un implante que contiene el principio activo acetato de deslorelina, que se puede utilizar para tratar la hiperplasia benigna de la próstata en perros, debido a la reducción de los niveles testosterona que provoca.