Los cambios en la titularidad de los perros (de una protectora a un particular adoptante) así como las nuevas altas (compras o cambios de titularidad entre particulares) contabilizadas en el Registro Informático Valenciano de Identificación Animal (RIVIA) suelen sufrir pocos vaivenes de un año para otro. La irrupción de la COVID-19 alteró esta dinámica en la Comunitat Valenciana. Tras la cuarentena, en el mes de mayo se rompió la estabilidad mostrada desde comienzos de año con respecto al mismo periodo de 2019 y durante los dos meses siguientes las cifras se dispararon: las adopciones de animales de protectoras crecieron un 94 % en junio y un 49 % en julio y las compras o cambios de propietarios de perros igualmente se incrementaron un 27,1 y un 17 %, respectivamente, con respecto a 2019. En diciembre, además y seguramente a causa del periodo de compras navideño, el incremento de adquisiciones de perros (con respecto a ese mes de 2019) alcanzó el 31,7 %.
El interés por incorporar a un perro a la familia, a causa probablemente del efecto psicológico del confinamiento y de las restricciones posteriores, se concentró durante los meses de verano y fue languideciendo hasta octubre, mes en el que el RIVIA ya registró cifras inferiores o parecidas a las del año anterior tanto en adopciones como en adquisiciones de perros. Volvió a repuntar, de forma menos relevante en cuanto a las adopciones, en noviembre y diciembre.
Desde que la cuarentena domiciliaria acabó (el 18 de mayo) y hasta finalizar 2020, las adopciones se dispararon un notable 37,6 % y las adquisiciones de perros lo hicieron otro 17,2 %. “La forma en la que se ha reaccionado a la pandemia y a las restricciones en la libertad de circulación o en el tiempo de ocio es quizá un fenómeno más sociológico que veterinario pero desde nuestra perspectiva confirma algo obvio y relevante: muchos valencianos abocados a estar mucho más tiempo en casa han preferido hacerlo disfrutando de la alegre compañía de un animal”, valora Inmaculada Ibor, presidenta del Consell Valencià de Col.legis Veterinaris (CVCV), que es la entidad que, por concesión de la Conselleria de Agricultura, gestiona el RIVIA. “Es un dato objetivamente positivo, pero también encierra una amenaza, ¿qué ocurrirá con esos animales cuando volvamos plenamente a la normalidad?”, se pregunta la responsable colegial.
Por otra parte, el CVCV no pasa por alto el enorme desequilibrio existente entre las adopciones y las compras: en el conjunto de 2020 se registraron 2.782 perros acogidos frente a 92.858 adquiridos.
“Adoptar da una segunda oportunidad al animal, beneficia a la familia y a las entidades de protección animal y cumple con una función social añadida, que es clave en la lucha contra el abandono. La compra no contribuye a todo esto, pese a tratarse de un ser vivo, muchas veces se induce a ver al animal como un regalo más, como el juguete que no debe nunca considerarse y en demasiadas ocasiones, la compra es una acción más impulsiva, menos responsable”, matiza en este sentido Ibor.
La Ley de Protección de Animales Domésticos –ahora en trámite parlamentario en Les Corts- podría ser un instrumento válido para fomentar las adopciones. “Hacen falta campañas de concienciación, que el ciudadano acuda al veterinario para resolver sus dudas sobre las necesidades sanitarias, sobre las responsabilidades y obligaciones que se adquieren al hacerse cargo de un animal”, concluye la presidenta del CVCV.