El documento de consentimiento informado escrito que un veterinario debe entregar al cliente, previo a diferentes procedimientos, “no es un escudo de inmunidad frente a los riesgos inherentes a las diferentes técnicas o procedimientos de nuestra actividad”, asegura Andrés Santiago.
El experto señala que el consentimiento informado es un proceso de información mediante el cuál se deja constancia escrita de haber informado al propietario de:
- El procedimiento que vamos a realizar en su animal de compañía, ya sea una intervención quirúrgica, un procedimiento de sedación o bajo anestesia general o un procedimiento eutanásico.
- Alternativas a dicho procedimiento, para que escoja según su criterio con la información de la que nosotros le proveemos.
- Los riesgos más habituales y menos graves y los riesgos menos habituales, pero más graves, como el fallecimiento del animal.
- Las complicaciones relativas al procedimiento anestésico, a la intervención quirúrgica, al postquirúrgico inmediato y al postquirúrgico en días posteriores, por ejemplo, dehiscencia de suturas, infecciones por lamido, etc.
- Los riesgos específicos del animal en concreto (diabetes, epilepsia, cardiopatía, etc.).
Todo esto tiene como objetivo que el propietario del animal tenga toda la información necesaria para decidir con autonomía.
“Pongamos por ejemplo que recomendamos a un propietario la castración (orquiectomía) de su animal de compañía, y le explicamos todos los beneficios de la intervención, si el animal fallece, el propietario no entenderá por qué, no habrá asumido el riesgo y la decisión de realizar la intervención habrá sido tomada sin la suficiente autonomía, por tanto, se exigirá la responsabilidad profesional al facultativo que realiza la intervención por no informar de forma adecuada a su cliente”, cuenta el director de OEPSEVE en declaraciones a Diario Veterinario.
Por otro lado, pone el ejemplo cuando se explican los beneficios, los riesgos más habituales, los más graves, las posibles complicaciones que pueden surgir y las medidas a tomar, “en ese caso, si ocurre un suceso adverso, el propietario comprenderá que lo ocurrido era un riesgo real inherente a la intervención realizada y el riesgo de dicha exigencia de responsabilidad profesional será menor”.
Pero como apunta Andrés Santiago, haber realizado un adecuado proceso de información y haber almacenado el consentimiento informado escrito no exime de reclamación, “porque lo más importante es cuál ha sido nuestra recomendación o actuación para minimizar los daños en caso de un suceso adverso”.
“Por ejemplo, realizamos una ovariohisterectomía y en el postoperatorio el propietario nos indica que el animal está hipotérmico y en disnea. Qué recomendamos y qué planificamos desde este momento será determinante para justificar una buena práctica veterinaria ante una posible reclamación profesional”, apunta.
En resumen, el experto recomienda que no se trata de realizar un documento defensivo, sino de demostrar que ante la aparición de un contratiempo se ha reaccionado con la suficiente diligencia.
Por último, se pone a disposición de cualquier veterinario que tenga dudas en su correo electrónico.