A nivel mundial, el número de brotes de peste de los pequeños rumiantes (PPR), también conocida como peste ovina y caprina, se redujo en dos tercios en los últimos años, lo que demuestra el compromiso de la comunidad internacional para combatir esta enfermedad altamente contagiosa y suscita esperanzas de alcanzar el objetivo de erradicación mundial para 2030.
La PPR puede ser mortal para los animales, con una tasa de mortalidad del 30 al 70 por ciento, pero no infecta a las personas. Dicho esto, la PPR tiene efectos importantes en las personas debido al severo impacto de la PPR en la seguridad alimentaria, la resiliencia comunitaria y los medios de vida.
En 2019 se registraron poco más de 1.200 brotes mundiales de PPR en comparación con más de 3.500 en 2015, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y sus socios.
La disminución de los brotes de PPR se atribuye al impacto de las campañas de vacunación en más de 50 países. En solo 12 de estos países, se vacunaron más de 300 millones de cabras y ovejas entre 2015 y 2018.
Dos regiones han sido las más afectadas por la PPR y notificaron la mayoría de los brotes entre 2015-2019: Asia más del 75 por ciento y África más del 24 por ciento, aunque la enfermedad también puede estar subregistrada. Casi la mitad de todos los brotes en este período ocurrieron en solo cinco países, lo que destaca la urgente necesidad de fortalecer los mecanismos de prevención y control.
La PPR se ha extendido a un ritmo alarmante durante los últimos 15 años; más de 70 países, principalmente en Asia, África y Medio Oriente, han informado de la enfermedad desde que se identificó por primera vez en Costa de Marfil en la década de 1940. En el peor de los casos, la enfermedad amenaza con infectar hasta el 80 por ciento de los 2.500 millones de pequeños rumiantes del mundo si no se controla, lo que ejerce una enorme presión sobre algunas de las personas más vulnerables del mundo.
Aproximadamente 300 millones de familias dependen de los pequeños rumiantes, como ovejas y cabras, como fuente de alimento e ingresos, y corren el riesgo de perder sus medios de vida si no se mantiene a raya la enfermedad. También se estima que la PPR causa pérdidas económicas de hasta 2.1 mil millones de dólares por año.
EL CAMINO HACIA LA ERRADICACIÓN DE LA PPR
En 2015, la comunidad internacional estableció el objetivo de erradicar la PPR para 2030 y, desde entonces, la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) han desarrollado e implementado una estrategia mundial de control y erradicación de la PPR.
“Erradicar la enfermedad es posible y esencial para poner fin a la pobreza y el hambre. No solo ahorraría una valiosa fuente de alimentos e ingresos para muchas personas vulnerables, sino que también evitaría la migración de familias enteras, un riesgo al que se enfrentan cuando se destruyen sus medios de vida. Un mundo libre de PPR también significará más seguridad y empoderamiento para las mujeres rurales, ya que a menudo son responsables de cuidar el ganado”, afirma Maria Helena Semedo, directora general adjunta de la FAO.
Hasta mayo de 2020 (últimos datos disponibles), 58 países y una región de Namibia han sido reconocidos como libres de PPR, siendo Rusia y Lesotho los últimos países que se agregaron a la lista el año pasado. Además, 21 países, que no han tenido casos nuevos durante cinco años consecutivos, pueden preparar su documentación para la validación por parte de la OIE de un estatus libre de PPR.
Para alcanzar el estatus libre de PPR, los países pasan por un proceso minucioso de cuatro etapas (evaluación, control, erradicación y poserradicación) apoyado por la FAO y la OIE.
“Si bien los brotes de PPR han disminuido significativamente en los últimos años, el alcance de la infección por el virus de la PPR, tanto geográfico como de hospedadores, sigue siendo amplio, y es necesario hacer más para combatir la enfermedad”, explica el veterinario y coordinador del programa PPR de la FAO Felix Njeumi.
La escasez de vacunas, el movimiento de ganado y, en su mayor parte, los desafíos logísticos para realizar las vacunaciones siguen siendo los principales obstáculos para la prevención y el control de la PPR. El coste de una dosis de vacuna representa alrededor de un octavo del coste de la administración de la vacuna.
Si bien se dispone de tecnología termotolerantes, ninguna de las vacunas existentes es termotolerantes y la mayoría de los países endémicos de PPR se encuentran en regiones tropicales o subtropicales con recursos limitados de cadena de frío para el almacenamiento y transporte de vacunas. Las vacunas existentes en la actualidad tampoco diferencian entre animales infectados y vacunados.
La primera fase del programa mundial de PPR estableció el objetivo de vacunar a 1.500 millones de pequeños rumiantes para finales de 2021. A mediados de 2020, se había logrado aproximadamente la mitad de ese objetivo, y la pandemia de COVID-19 interrumpió significativamente los servicios de salud animal, incluidas las vacunaciones contra la PPR y la notificación de brotes. Estas interrupciones continuarán en 2021 mientras el mundo todavía está lidiando con la pandemia.
La FAO también destaca la necesidad de que las medidas de prevención y control se coordinen entre los países vecinos para restringir el movimiento transfronterizo de enfermedades. También es fundamental fortalecer la vigilancia y serovigilancia posterior a la vacunación a nivel de país.
El déficit de financiación para el Programa de erradicación mundial de la PPR se estima en 340 millones de dólares. Siguen existiendo desafíos, tanto financieros como logísticos. Sin embargo, los últimos datos muestran avances, lo que refleja el compromiso de los países y la FAO, la OIE de erradicar la PPR, y son motivo de optimismo. La segunda fase (2022-2027) del programa se formulará en 2021.