Investigadores reconstruyeron la morfología superficial de 28 cerebros caninos, incluidas varias razas de perros, lobos, coyotes y chacales, según los modelos de yeso endocraneal digital, el cerebro canino no aumenta proporcionalmente con el tamaño corporal. El acortamiento del esqueleto facial influye en gran medida en la proporción de ciertas regiones del cerebro, principalmente el bulbo olfatorio y el lóbulo frontal. Estos cambios pueden tener profundas implicaciones para las habilidades olfativas y de resolución de problemas.
La reconstrucción del cerebro basándose en los patrones de la superficie interna de un cráneo es un método bien conocido entre los arqueólogos que estudian los cerebros de especies extintas, por ejemplo, dinosaurios, mamuts e incluso hombres de las cavernas. Una forma de lograr un modelo del cerebro es llenar el espacio endocraneal con líquidos específicos que se endurecen gradualmente y, después de la solidificación del material, se pueden extraer los huesos para revelar el yeso, que refleja la superficie del cerebro con alta fidelidad. Estos se denominan cilindros endocraneales o endocasts.
Hoy en día, en lugar de utilizar endocasts, se prefieren mucho las técnicas de diagnóstico por imagen de procesos invasivos. La tomografía computarizada (TC) es la mejor y más sencilla forma de visualizar los huesos, con todas sus estructuras y composición externas e internas. El uso de TC también es ventajoso en el análisis endocraneal, ya que los investigadores pueden crear endocasts virtuales basados en los cráneos digitalizados.
Los investigadores escanearon casi 400 cráneos de perro de 152 razas caninas. “Debido al escaneo de alta resolución, se pudieron crear modelos 3D detallados. Esto significa que no solo las circunvoluciones principales, es decir, las circunvoluciones cerebrales, pueden reconocerse en el modelo final, sino que también se puede ver la ubicación de los vasos sanguíneos principales en la superficie”, explica Kálmán Czeibert, veterinario y uno de los autores de la publicación.
“Comparamos la forma, el volumen y las características de la superficie de los endocasts de 28 especímenes en nuestro reciente estudio. Estos modelos muestran claramente cómo el acortamiento de la parte facial del cráneo afectó la morfología del cerebro, distorsionando el bulbo olfatorio, que se empuja hacia atrás y debajo del lóbulo frontal en ciertas razas (como el bulldog francés o el pug), cambiando la proporción entre las áreas cerebrales”.
Para aclarar cómo este cambio afecta el rendimiento olfativo y cognitivo de los perros, se necesitan más estudios de imagen y comportamiento. “Uno de nuestros principales objetivos era la amplia difusión del conocimiento científico. Es sorprendente cómo varían los cráneos y cerebros de los perros”.