El erizo argelino, Atelerix algirus, es una especie invasora en las Islas Canarias. No está claro si la llegada de este mamífero al archipiélago fue accidental o intencionada. No obstante, hoy en día parece haber colonizado las islas de Fuerteventura, Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife y La Palma.
Existen pocos estudios sobre los patógenos zoonóticos que podría albergar esta especie. Por lo tanto, este estudio se centró en analizar los patógenos presentes en las heces de erizos y causantes de diarrea en los seres humanos.
En la investigación se analizaron un total de 45 muestras fecales obtenidas en la isla de Tenerife. Del total analizado, 42 de las muestras presentaron al menos uno de los patógenos causantes de diarrea estudiados. Se destaca la prevalencia de cuatro bacterias: Escherichia coli enteropatógena (71,11%), Salmonella (66,67%), Clostridioides difficile (33,33%) y Campylobacter.sp. (22,22%), todos ellos ampliamente distribuidos por Tenerife. También se encontraron otros patógenos como Cryptosporidium sp. y E. coli enterotoxigénica en el 6,66% de los animales, Shigella y E. coli enteroinvasiva en el 4,44%, y Norovirus, Plesiomonas shigelloides y Vibrio sp. en 2,22%.
Asimismo, de los erizos analizados, tan solo el 26,66% albergaba un único patógeno, mientras que los demás mostraban coinfección. Hasta un 24,44% de los animales presentaba dos patógenos, el 31,11% alojaba tres y el 11,11%, cuatro o más.
En conclusión, la introducción de especies invasoras en un ecosistema delicado como Canarias no solo implica un peligro potencial para el medio ambiente, ya que más de 500 especies endémicas habitan en el archipiélago, sino que también puede contribuir a la dispersión de diferentes enfermedades.
Además, los investigadores señalan que el contacto cercano con los erizos puede implicar la transmisión de varios agentes causantes de diarrea en el ser humano. La falta de medidas de manejo para este animal en las Islas Canarias, la costumbre de adoptar erizos de fauna silvestre sin control veterinario, y el hecho de que la mayoría de los erizos estudiados pertenecieran a zonas densamente pobladas, implican un alto riesgo de transmisión de patógenos al ser humano.