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Las cigüeñas pueden contribuir a diseminar bacterias resistentes a los antibióticos
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Las cigüeñas pueden contribuir a diseminar bacterias resistentes a los antibióticos

Un estudio revela que las cigüeñas blancas que se alimentan en los vertederos urbanos se contaminan con cepas multirresistentes de bacterias como la Escherichia coli, pudiendo dispersarlas largas distancias
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Alimentarse en vertederos podría convertir a las cigüeñas en vehículos diseminadores de bacterias multirresistentes.

Los residuos de los antibióticos que usamos en exceso, tanto en medicina humana como veterinaria, son considerados como sustancias contaminantes cuando alcanzan los ecosistemas. Pueden persistir biológicamente activos durante largos periodos de tiempo tanto en ambientes terrestres como acuáticos, fomentando la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos.


Actualmente, estas bacterias multirresistentes, que han adquirido resistencia a un elevado número de antibióticos y son muy difíciles de tratar ante una infección, son consideradas como una de las amenazas más graves para la salud humana, animal y medioambiental, siendo actualmente responsables de más de 30.000 muertes anuales en la Unión Europea y de 700.000 a nivel mundial.


Algunos estudios han sugerido que la fauna silvestre puede contribuir de forma significativa a diseminar las bacterias resistentes a los antibióticos en el medio ambiente, incluso entre ecosistemas distantes. Las especies más directamente implicadas en este indeseable proceso de diseminación serían aquellas que, como la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), suelen buscar alimento en los escenarios en los que estas bacterias pueden ser especialmente frecuentes o abundantes, como los vertederos o las zonas con una intensa actividad ganadera.


Las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) están expuestas a las bacterias resistentes a los antibióticos cuando se alimentan en los vertederos o en las zonas en las se acumulan altas cantidades de residuos ganaderos (estiércol). Al ser aves migratorias capaces de viajar largas distancias, podrían contribuir significativamente a la diseminación de las bacterias multirresistentes.


Por otro lado, al ser especies silvestres no tratadas con antibióticos, especies como la cigüeña blanca podrían ser ideales como “especies centinela” de la presencia de bacterias resistentes a los antibióticos en el medio ambiente.


Entender cómo se dispersan las resistencias a los antibióticos es clave para reducir y prevenir problemas futuros para los que existe un alto riesgo, ya que las bacterias multirresistentes podrían causar millones de muertes por infecciones comunes corrientes que actualmente no tienen importancia debido a que tienen tratamiento.


Este fue el objetivo de un equipo multidisciplinar de científicos nacido de la colaboración entre el Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) y el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA-UAB), con la participación de investigadores del Hospital Vall d’Hebron, de la SEO/BirdLife, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).


Los científicos tomaron muestras de las cloacas de más de 460 ejemplares de cigüeña blanca pertenecientes a 12 colonias de 5 áreas diferentes en España. Además, recolectaron 70 muestras de excrementos recientemente depositados en la base de nidos de la especie. En estas muestras se aislaron las cepas de Escherichia coli que presentaban resistencias a antibóticos de última generación y la presencia de genes de resistencia, e identificaron los factores de riesgo para la adquisición de estos genes y bacterias.


Los resultados han revelado que las cigüeñas que se alimentan en los vertederos urbanos se contaminan con cepas multirresistentes de bacterias como la E. coli, una bacteria de origen fecal que puede ocasionar infecciones en el ser humano por el consumo de agua y/o alimentos contaminados. Además, las cigüeñas pueden dispersar las cepas de E. Coli resistentes a largas distancias, iguales o superiores a los 250 km.


Por otro lado, estas bacterias parecen no persistir en el tracto digestivo de las cigüeñas durante mucho tiempo y tampoco se detectan de una estación del año a otra, lo que convierte a las cigüeñas en buenas centinelas de la presencia de bacterias multirresistentes en una zona concreta.


Estos resultados ponen de manifiesto, de nuevo, los riesgos que existen cuando la fauna silvestre entra en contacto con ambientes humanizados. A pesar de que algunas poblaciones de cigüeña blanca dependen de los vertederos como fuente de alimento, sería recomendable, como ya se contempla en la legislación Europea, limitar el acceso de las aves a los vertederos. Al mismo tiempo, la recolección y análisis de muestras de excrementos de estas aves podría servir como herramienta de seguimiento para la adopción de estrategias de gestión de dichos espacios.



Por otro lado, esta información es especialmente relevante en el contexto de la situación sanitaria originada por la pandemia de la COVID-19, ya que la hospitalización de muchos pacientes como consecuencia del coronavirus puede disparar la necesidad del uso de antibióticos para combatir infecciones secundarias y acelerar el desarrollo de resistencias, contribuyendo a aumentar el volumen de residuos de antibióticos de origen humano que acabará en el medio ambiente.

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