El cambio climático constituye un impulsor relevante de los actuales riesgos emergentes. Si bien una amplia gama de estudios e informes prospectivos examinan el impacto del cambio climático actual en la seguridad alimentaria, los futuros desafíos para la seguridad no se investigan en profundidad, con la intención de anticiparse a ellos.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) recoge en un nuevo informe (“El cambio climático como factor impulsor de los Riesgos Emergentes para la Seguridad de Alimentos y Piensos, las plantas, la salud animal y la calidad nutricional”) la caracterización de los posibles efectos del cambio climático en una amplia gama de cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria.
Los resultados del proyecto CLEFSA (Climate change and Emerging risks for Food Safety) ha explorado la posibilidad de utilizar varios escenarios propiciados por cambio climático, como detonante de múltiples riesgos emergentes, y la posibilidad de anticipación a largo plazo; la minería de datos para identificar una amplia gama de señales/indicios provenientes de múltiples fuentes de información; utilizar una red de expertos de múltiples organizaciones internacionales; o desarrollar metodologías e indicadores para el análisis de la información disponible, entre otros.
Los expertos han analizado y caracterizado más de 100 elementos de afección para la seguridad alimentaria. Algunos de ellos se han caracterizado por su impacto en la salud humana y animal.
PELIGROS BIOLÓGICOS PARA LA SALUD PÚBLICA
Algunos de los resultados destacables en el ámbito de la salud pública son el impacto del aumento de las temperaturas y la frecuencia de eventos atmosféricos extremos, en la supervivencia y multiplicación de los patógenos.
Según explican, “los patógenos que probablemente sean los más preocupantes son aquellos que pueden mejorar su competitividad en condiciones climáticas extremas. En particular, se caracterizan por tener una dosis infectiva baja (p. Ej., Virus entéricos, Campylobacter spp., cepas de Escherichia coli productoras de Shigatoxinas (STEC) y protozoos parásitos, persistencia significativa en el medio ambiente (por ejemplo, complejos de Mycobacterium avium y tuberculosis, virus entéricos y protozoos parásitos), tolerancia al estrés térmico y el pH (por ejemplo, E. coli STEC y Salmonella) y capacidad de ser transportados a larga distancia por viento (por ejemplo, Coxiella)”.
Los investigadores también apuntan al impacto del proceso de congelación-descongelación de la nieve en las poblaciones bacterianas, infecciones parasitarias emergentes transmitidas por alimentos, o la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos mediante las abejas. “El cambio climático podría llevar a un tercio de los parásitos a la extinción para el 2070”, aseguran.
SANIDAD ANIMAL
En referencia a la salud animal, el informe destaca la reaparición de virus y bacterias, acidificación de los océanos, migraciones y susceptibilidad a las enfermedades.
Los efectos del cambio climático en la sanidad vegetal pueden derivar en salinización del suelo, impacto en el crecimiento de las plantas, falta de polinización de las plantas debido a variabilidad de las épocas de floración y la disminución en la polinización mediante insectos, causada por cambios fenológicos en plantas, o el establecimiento de plantas tóxicas y malas hierbas.
Respecto a la calidad nutricional, el impacto del cambio climático puede afectar a la calidad del cultivo, alergenicidad de nuevas proteínas alimentarias y el consiguiente aumento de casos de alergias alimentarias e interacciones selenio-azufre.