Que la obesidad es una de las enfermedades crónicas más extendidas en el mundo, una “pandemia” global, es algo que a estas alturas todos sabemos. Se define como un exceso de tejido adiposo y se relaciona tanto con el desarrollo de enfermedades secundarias como con una disminución de la calidad y esperanza de vida. De los humanos, por supuesto, pero también de perros.
Por estas razones, y dado que la prevalencia de la obesidad continúa aumentando, la carga social de la enfermedad es muy elevada.
Diversos estudios han descrito tanto causas como consecuencias de la obesidad que son comunes para perros y humanos. Incluso se ha sugerido que los perros pueden ser un buen modelo animal para las investigaciones de obesidad humana.
Sin embargo, también se han descrito algunas discrepancias entre la obesidad humana y la canina. A lo largo de este artículo iremos desgranando aspectos relacionados con la obesidad y comentando similitudes y diferencias entre ambas especies.
CAUSAS: SEDENTARISMO Y MALA ALIMENTACIÓN
Si bien se considera que las causas principales de obesidad en humanos son el exceso de calorías ingeridas en comparación con las quemadas, junto con la predisposición genética, estamos ante una enfermedad multifactorial. Eso significa que prácticamente todos nuestros hábitos, e incluso el ambiente que nos rodea, pueden sumar en el desarrollo de la obesidad.
En el caso de los perros, cabe destacar que gran número de las causas están relacionadas con el comportamiento del dueño. El perro no decide por sí mismo su actividad física ni su alimentación. La grasa que acumula depende, por tanto, del ejercicio que se le permite hacer o del alimento que se le proporciona.
Además, actualmente a los perros se consideran cada vez más como “compañeros” que como “mascotas”. Esta “sobrehumanización” de los perros puede provocar el desarrollo de obesidad en estos animales.
También es interesante destacar que existen evidencias científicas que señalan que las tasas de obesidad entre los dueños de perros son más bajas que en el resto de la población. Podría deberse a que existen pruebas de que los perros son un estímulo tanto para la actividad social como física.
Por otro lado, se ha sugerido que ser dueño de un perro es una forma de combatir un estilo de vida sedentario mediante una mayor motivación para la actividad. Aunque no hay que olvidar que tener un perro no protege al dueño de ser obeso.
CONSECUENCIAS: PÉRDIDA DE CALIDAD DE VIDA
La obesidad se relaciona con una disminución de la calidad de vida y la salud tanto en humanos como en perros.
Los principales mecanismos que convierten a la obesidad en fuente de enfermedades son dos:
Mecánico. El aumento de la masa corporal debido al aumento de la grasa se acompaña de una carga excesiva en las articulaciones que resulta en enfermedades ortopédicas, restricción de los movimientos respiratorios, aumento de la presión debido a la grasa visceral que empeora la incontinencia urinaria y alteraciones en el volumen sanguíneo total que conducen a disfunción cardíaca.
Metabólico. El tejido adiposo, al contrario de lo que se pensaba antes, no es un órgano pasivo, sino que puede secretar varios compuestos activos. Por ello su exceso crónico produce un desequilibrio de diferentes proteínas y enzimas, lo que conduce a alteraciones metabólicas.
A la larga, la interacción de ambos mecanismos resulta en el deterioro de diferentes sistemas orgánicos. El resultado es un aumento de la probabilidad de sufrir hiperlipidemias, enfermedades endocrinas, trastornos ortopédicos, enfermedad cardiovascular, disfunción del sistema respiratorio y urogenital y neoplasias. Todas ellas patologías que disminuyen la esperanza de vida humana y canina.
EL BOLSILLO TAMBIÉN SE RESIENTE
Los gastos médicos relacionados con la obesidad principalmente están relacionados con los programas de pérdida de peso y tratamiento de enfermedades secundarias a la obesidad entre otros. El Instituto Global McKinsey estimó que en 2014 el impacto global de la obesidad fue de aproximadamente 2 billones de dólares (un 2.8% del PIB mundial). Una cifra equivalente a la del tabaquismo, la guerra, la violencia y el terrorismo.
Por otro lado, el aumento de la prevalencia de enfermedades secundarias en las personas obesas da como resultado tasas más altas de absentismo. Incluso se ha constatado que los trabajadores que si van a trabajar son menos productivos.
Aunque la información sobre los costos de atención veterinaria de los perros obesos es muy escasa sabemos que, en la obesidad canina, los costos médicos promedios son casi un 20% más altos que los de los perros de peso normal.
En conclusión, existen muchos vínculos entre la obesidad humana y canina, tanto en causas como en consecuencias. Y aunque se ha postulado que uno de los factores para combatir la obesidad y aumentar el bienestar en personas es tener un perro como mascota, es importante que el propietario adopte unos buenos hábitos para que el bienestar del animal no se vea también comprometido.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation por las veterinarias de la Universidad de Murcia Asta Tvarijonaviciute y Silvia Martínez Subiela.