En las personas, se ha demostrado que lo que una madre comió durante el embarazo puede aumentar o disminuir el riesgo para su hijo de desarrollar enfermedades más adelante en la vida, como diabetes, obesidad, presión arterial alta, enfermedades cardíacas y enfermedades gastrointestinales.
Sin embargo, hasta el momento no se había publicado ninguna investigación sobre cómo la dieta temprana puede afectar a la enfermedad gastrointestinal en los gatos.
Así, investigadores de Reino Unido llevaron a cabo un estudio de gatos que comenzó en 2010. “Este es un estudio amplio y poderoso que proporcionará información importante sobre por qué se desarrollan ciertas condiciones y ayuda a mejorar la salud y el bienestar de los gatos”, explican.
Los autores compararon la información recopilada de los propietarios de más de 1.200 gatos cuando eran gatitos (entre 2 y 4 meses de edad) y la frecuencia con la que los gatos acudieron a un veterinario por síntomas gastrointestinales (vómitos o diarrea) cuando tenían entre 6 y 30 meses de edad. Los factores que observaron entre los 2 y 4 meses de edad fueron la dieta principal de los gatos, los alimentos suplementarios (alimentos frescos crudos, alimentos frescos cocinados y leche), si los gatos tenían vómitos o diarrea, y la presencia de gusanos. Las dietas se clasificaron en función de si cumplían o no con las recomendaciones de la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA).
Los autores encontraron que los gatitos con síntomas gastrointestinales tenían más probabilidades de ser llevados al veterinario al menos 2 veces más a lo largo de su vida por los mismos síntomas. “Esto sugiere que los vómitos y la diarrea en los gatitos deben investigarse a fondo para determinar la causa y el tratamiento adecuado para reducir el riesgo de que sus síntomas continúen a largo plazo”, indican. La presencia de gusanos y los alimentos suplementarios de los gatos no se asociaron con visitas gastrointestinales posteriores.
Un descubrimiento interesante fue que los gatos que se alimentaban a base de dietas que no cumplían con las recomendaciones de WSAVA eran más probable que acabaran en el veterinario por síntomas gastrointestinales más adelante en su vida. Los autores especulan que las posibles razones de esta asociación con la dieta podrían ser las diferencias en las bacterias del sistema gastrointestinal (la microbiota) o la función inmune debido a diferentes ingredientes, perfil nutricional o control de calidad en las dietas. La asociación también podría deberse a otros factores como el tiempo de destete, el uso de antibióticos, los diferentes niveles de atención veterinaria o incluso lo que comió la madre, que no fueron evaluados.
Si bien, recuerdan que la asociación entre las dietas que no cumplieron con las recomendaciones de WSAVA y el mayor riesgo de visitas gastrointestinales es solo eso, una asociación, y no prueba que estas dietas causen enfermedades gastrointestinales. “Pero estas asociaciones son bastante interesantes y merecen más investigación”, aconsejan.
Este estudio es un primer paso importante para comprender el papel de la dieta temprana en la enfermedad gastrointestinal. “Ser capaz de reducir el riesgo de enfermedad gastrointestinal en los gatos tendría un gran beneficio en la salud y el bienestar de nuestros amigos felinos”, señalan.