La rabia es la enfermedad infecciosa humana más letal, ya que la práctica totalidad de los casos clínicos acaban con la muerte del paciente. Pese a que se dispone de las herramientas básicas para su profilaxis y control desde hace más de cien años, se estima que anualmente todavía mueren de rabia 59.000 personas en el mundo, “no habiendo otra explicación que la insuficiente existencia de recursos económicos y logísticos en los países endémicos, razón por la cual la rabia es considerada una enfermedad olvidada por la Organización Mundial de la Salud”, afirmó Juan Emilio Echevarría Mayo, jefe del laboratorio de rabia del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, durante su ponencia “Rabia en Europa: ¿erradicada o eliminada? Una cuestión trascendente” del pasado 3 de marzo en el Colegio de Veterinarios Vizcaya.
Los países con mayor endemia se concentran en el sur de Asia y el continente africano y más del 95% de los casos humanos de rabia son transmitidos por el perro, como reservorio esencial del ciclo epidemiológico urbano. Para Echevarría, la prueba más fehaciente de que la rabia es una enfermedad olvidada es que la rabia canina fue eliminada de Europa a lo largo del siglo XX, comenzando por el Reino Unido en 1904. “La vacunación de campo mediante virus atenuado dispuesto en cebos ha permitido combatir con éxito esta epizootia que, en estos momentos, se haya ya en las fronteras este de la Unión Europea, permaneciendo, sin embargo, como países endémicos los estados fronterizos extracomunitarios. Al sur de la Unión Europea se encuentra el norte de África como territorio altamente endémico con el que existe un importante flujo de población, cuya consecuencia es la frecuente importación de perros infectados, especialmente en Francia con origen en Marruecos”, explica.
RABIA EN ESPAÑA
El experto explicó que en España se logró eliminar la rabia canina en el año 1965, aunque entre los años 1975 y 1978 hubo un brote en la provincia de Málaga que afectó a más de 120 animales y que supuso el último caso humano autóctono, junto con otros dos más declarados en la Ciudad Autónoma de Melilla en 1978. A partir de entonces se vienen detectando con periodicidad casos importados en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla donde es inevitable el paso de animales infectados desde los territorios endémicos circundantes.
En junio de 2013 se produjo un caso importado en Toledo, correspondiente a un perro cuyos propietarios realizaron un movimiento transfronterizo hacia Marruecos sin cumplir con todos los requisitos, más concretamente sin haber esperado el tiempo reglamentario tras la vacunación, ni haber realizado el preceptivo análisis de anticuerpos. El animal infectado escapó en período sintomático y anduvo perdido durante más de 24 horas durante las que realizó un desplazamiento de diez kilómetros para acabar agrediendo a varias personas en la ciudad de Toledo. Este episodio supuso el establecimiento de varios focos de riesgo en tres CCAA y la pérdida para España del estatus de país libre de rabia durante seis meses.
Aunque hasta el momento no se ha producido por su causa ningún episodio de importación de rabia, la profesión veterinaria y las autoridades ven con preocupación creciente los casos de comercio ilegal de perros desde países endémicos del este de Europa.
Por lo tanto, a pesar de que el virus de la rabia ya no circula de forma endémica en España desde hace más de 40 años, sí que lo hace en otros lugares del mundo y en particular en territorios fronterizos como Marruecos y otros países que son origen de comercio ilegal de perros, “por lo que, de acuerdo a las definiciones epidemiológicas, la rabia no es una enfermedad erradicada, sino eliminada, para la que las medidas de control deben ser mantenidas, al igual que se sigue haciendo con otras enfermedades humanas eliminadas como la polio o el sarampión”, advirtió el experto.
MEDIDAS DE CONTROL
Entre las medidas se encuentran el control fronterizo del tránsito de animales susceptibles y de los movimientos comerciales, el mantenimiento de una vigilancia epidemiológica efectiva, la disposición de protocolos de actuación ante mordeduras por animales y planes de contingencia frente a eventuales casos importados, la educación sanitaria de viajeros y propietarios de mascotas y el mantenimiento por parte de las autoridades de coberturas vacunales elevadas en nuestras poblaciones de perros, gatos y hurones mediante la aplicación de normativas adecuadas. “Todas y cada una de ellas son esenciales para mantener el legado de la eliminación de la rabia, sin duda una de nuestras mayores epopeyas en el campo de la salud pública humana y veterinaria”, concluyó.