Algunas bacterias, virus, protozoos y hongos son capaces de causar enfermedades infecciosas en los animales o las plantas que pueden ser muy nocivas o incluso fatales para sus huéspedes, por lo que se les considera organismos patógenos. En el caso de los animales, su índice de transmisión depende de las interacciones entre los animales infectados y los susceptibles de infectarse, así como de la probabilidad de que la infección se produzca durante cada interacción.
Calcular estos parámetros es un auténtico desafío para los epidemiólogos, ya que de ello depende la rapidez y la eficacia de la respuesta para prevenir o frenar la transmisión de enfermedades y evitar la ocurrencia de emergencias sanitarias.
Resolver este desafío no solo es crucial en el caso de las enfermedades infecciosas que afectan al ser humano. La gestión adecuada de las enfermedades compartidas entre los ungulados silvestres y el ganado que se cría en el campo y que comparte espacio con éstos, es fundamental para garantizar la seguridad sanitaria de ambas partes, de los ecosistemas y la de las personas.
En estos casos, los epidemiólogos de fauna silvestre se enfrentan a escenarios especialmente complejos, ya que pueden existir múltiples especies implicadas que pueden transmitirse los agentes patógenos mediante diversas vías asociadas tanto a interacciones directas (contacto físico) como indirectas (a través del ambiente o de vectores de transmisión, como las garrapatas).
De este modo, el análisis de las redes sociales existentes entre las diferentes especies de fauna implicadas en un escenario epidemiológico es esencial para identificar individuos y comunidades con papeles relevantes en la transmisión de patógenos.
ESTUDIO
Un trabajo científico liderado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) ha analizado la red dinámica de interacciones que se producen en el complejo escenario epidemiológico que tiene lugar en el Parque Nacional de Doñana (España), donde tres especies de ungulados silvestres (el ciervo, Cervus elaphus; el gamo, Dama dama; y el jabalí, Sus scrofa), que son reconocidos reservorios silvestres de ciertos organismos patógenos, conviven con el ganado bovino que se cría en extensivo en este espacio natural.
Para ello se usó la información recopilada a través de tres metodologías complementarias y se simuló la dispersión de un patógeno dentro de la red global identificada. Los métodos usados para detectar interacciones fueron el marcaje de animales con collares GPS, el marcaje de animales con collares de proximidad, y la ubicación de detectores de proximidad en puntos potenciales de agregación de las especies objeto de estudio (puntos de agua y puntos de comida).
Los collares GPS y los detectores de proximidad en puntos de agregación permitieron estimar las interacciones indirectas que se produjeron entre los individuos marcados, mientras que los collares de proximidad registraron las interacciones directas.
La red global mostró una elevada conexión entre especies mediante interacciones indirectas, que tuvieron un importante carácter estacional. A lo largo de las primeras semanas de estudio existió una rápida interconexión entre los individuos monitorizados, lo que sugiere que en pocas semanas un animal infectado puede introducir un patógeno en todas las especies, especialmente en verano y otoño.
Los resultados muestran que la mayoría de las interacciones (más del 60%) registradas tuvieron lugar en áreas alejadas de los puntos frecuentes de agregación de individuos, como los puntos de agua. Se trata de interacciones que no habrían sido registradas si solo se hubieran usado registradores de proximidad en puntos de agregación, dando lugar a conclusiones muy diferentes respecto a la conformación de la red social de interacciones y al riesgo de transmisión de patógenos. Este hecho pone en valor la necesidad de estudiar todas las rutas potenciales de transmisión de patógenos.
Dentro de la red de interacciones se identificaron cuatro comunidades que incluyeron individuos de todas las especies. Esto revela la necesidad de implementar medidas de bioseguridad orientadas a reducir el riesgo de interacciones entre ungulados silvestres y el ganado, especialmente en ambientes alterados por el ser humano, ya que estas alteraciones pueden fomentar la conectividad de las diferentes comunidades.
Respecto a la transmisión de patógenos, el análisis muestra que el gamo y el jabalí podrían tener un papel clave en el mantenimiento y transmisión de patógenos en el ganado, especialmente durante el verano.
En su conjunto, este trabajo muestra la necesidad de considerar diferentes tipos de metodologías complementarias para entender adecuadamente el funcionamiento de una red de interacciones en la interfaz fauna silvestre/ganado. Además, proporciona ideas clave que convendría aplicar para la gestión de las enfermedades compartidas entre la fauna silvestre y el ganado.