Este fin de semana se anunciaba el fallecimiento del paciente español infectado por rabia tras ser mordido por un gato en Marruecos el pasado mes de agosto y que permanecía ingresado en el Hospital Universitario de Cruces, en la localidad vasca de Barakaldo.
Este caso es un suceso similar al que provocó la muerte de una mujer originaria igualmente de Marruecos en Madrid en 2014, según apunta la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE).
“Es un hecho que en los últimos años los desplazamientos de personas desde países donde la rabia es endémica han aumentado exponencialmente, tanto por turismo como por viajes de población migrante, y cabe colegir un incremento paralelo de desplazamientos de animales”, advierten.
En este sentido, explican que, como consecuencia, han sucedido los eventos de Argés (Toledo) en 2013 y de Ceuta de junio de este año, “en ambos casos perros que desarrollaron la rabia tras haber estado en territorio marroquí. El primero de ellos circuló durante más de 2 meses por diferentes lugares de España una vez adquirido el virus, y cuando enfermó llegó a morder a hasta cinco personas”.
Asimismo, indican que en España también se presentan casos de rabia selvática, que puede ser transmitida por los murciélagos, habiéndose detectado en 2018 dos ejemplares infectados, en Huelva y en Valladolid, que habían mordido a sendas personas.
Desde CEVE recuerdan que la forma de contagio de la rabia a humanos más probable es la mordedura de un perro (95% de los casos), pero que también puede suceder por la de un gato o un murciélago, “si bien sería también posible también por otros tipos de herida o por otras especies”, afirman.
El periodo de incubación de la enfermedad es muy variable, desde pocos días hasta más de un año, y durante él podría haber eliminación de virus y, por ende, riesgo de contagios.
“El virus invade el sistema nervioso y, si no se actúa antes de la aparición de los síntomas, la mortalidad es elevadísima: la rabia mata unas 60.000 personas cada año y sólo se han registrado unos 15 casos de supervivencia, y a las personas que la han superado les han quedado graves secuelas neurológicas”, señala CEVE.
A pesar de que las medidas actualmente existentes se han mostrado en general eficaces, CEVE señala que “ante la evidencia de que en la práctica suceden entradas a España tanto de personas como de animales con el virus de la rabia, y dado el altísimo riesgo de mortalidad de esta enfermedad, se deberían reforzar todavía más las precauciones”, aconsejan.
TRES MEDIDAS DE PRECAUCIÓN
En primer lugar, consideran que se debe realizar las actuaciones de comunicación necesarias para que los viajeros eviten riesgos, y muy especial en conseguir atención sanitaria siempre ante cualquier incidente con animales en países donde la rabia es endémica y en toda ocasión en el caso de los murciélagos.
Segundo, extremar los controles y la concienciación acerca del gravísimo riesgo de introducir animales no controlados.
Por último, valorar la conveniencia de recuperar la vacunación obligatoria en los territorios donde actualmente es voluntaria (Galicia, Asturias, País Vasco, Cataluña), “pues para prevenir la posible aparición de brotes según la OMS es necesario que al menos el 70% de la población de carnívoros domésticos (perros, gatos y hurones) esté vacunada, y a criterio de CEVE no podemos considerar que a día de hoy el riesgo de aparición de un brote originado por un animal importado no controlado sea 0”.
Por último, recuerdan que la ocurrencia de los casos caninos recientes ha sido en territorios donde la vacunación antirrábica es obligatoria, pero el perro de 2013 estuvo antes de ser sintomático un tiempo en Cataluña, territorio no protegido por la vacunación obligatoria.