Los últimos informes hablan de que seis de cada diez casos de enfermedades infecciosas en humanos surgen de la transmisión animal, una razón importante para que se invierta en investigarlas.
“Hay algunas enfermedades -las llamadas zoonóticas– que se pueden transmitir de los animales a las personas y que pueden suponer un peligro para la salud humana, como la gripe aviar, la tuberculosis o las enfermedades priónicas. En este sentido, es básico estudiar y conocer estas enfermedades y sus mecanismos de transmisión”, apunta la jefa del programa de Sanidad Animal del IRTA, la veterinaria Natalia Majó, en declaraciones recogidas por el propio centro.
Majó, con experiencia como profesora del Departamento de Sanidad y Anatomía Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigadora en enfermedades víricas aviares, resalta que “un claro ejemplo son las enfermedades transmitidas por vectores, como los mosquitos, o bien las resistencias antimicrobianas que constantemente plantean retos de cómo trataremos las enfermedades, tanto en los animales como en las personas, en un futuro”.
En el centro IRTA-CReSA, que es donde se desarrolla la investigación principal del programa de Sanidad Animal del IRTA, además investigan las enfermedades infecciosas provocadas por virus y bacterias que afectan sobre todo a los animales de ganadería destinados al consumo humano, pero también a los animales salvajes.
FALTA DE RECURSOS PARA INVESTIGAR
Sin embargo, la situación para trabajar no es la ideal, porque, según explica, faltan recursos para investigar. “Necesitamos más inversión y atraer talento. Esto, en nuestro caso, es muy difícil, porque la sanidad animal está dentro del ámbito de la salud y en muchas ocasiones competimos, en cuanto a recursos de investigación, con la salud humana”, denuncia.
Por ello, pide a los políticos, las empresas y la sociedad que entiendan por qué es necesario invertir en la investigación de la sanidad animal. “El principal problema que tenemos es que los recursos más importantes nos llegan cuando hay alarmas sanitarias o brotes importantes, es decir, cuando el impacto ya ha provocado consecuencias. Si nosotros somos capaces de dar respuesta a estas alarmas es gracias a todos los años previos de investigación que hemos hecho para conocer mejor una enfermedad o para mejorar las técnicas de diagnóstico. Es decir, gracias a una investigación básica que requiere años de dedicación, por lo que necesitamos una inversión previa para estar realmente preparados para cuando nos llegan nuevas enfermedades. Si no es así, no podremos hacerlo”, advierte.
Natalia Majó en las instalaciones del IRTA. Imagen: IRTA.
LA IMPORTANCIA DE LA BIOSEGURIDAD
Majó también habla del papel de la bioseguridad, “cada vez más importante para el control de las enfermedades, no sólo en los laboratorios sino también en las granjas”.
Así, pone el ejemplo de la salmonelosis, “siempre había sido un problema grave y una de las principales causas de gastroenteritis en las personas. Gracias a los estudios que se realizaron a principios de los 2000, la Unión Europea estableció unas normas de control de la enfermedad, entre ellas la implementación de más bioseguridad en las granjas de aves de corral, que lograron reducir muchísimo los niveles de este microorganismo en las granjas y, en consecuencia, a las
personas”.
“Como docente, en el ámbito de las aves de corral, he podido comprobar que actualmente hay más conciencia de las medidas de bioseguridad y control, y se tiene más conocimiento de las vías de dispersión y transmisión de los patógenos. Hace tres años, cuando llevaba al alumnado a visitar granjas entrábamos sin problema. En cambio, hoy en día cada vez son más estrictos con los accesos”, añade.