El Grupo de Investigación en Rumiantes (G2R) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) estudia, desde hace una década, los efectos del estrés por calor en rumiantes lecheros en uso de cabras lecheras en cámaras climáticas como modelo. El cambio climático, con el incremento de temperaturas y la aparición de olas de frío, no son sólo motivo de preocupación medioambiental sino también en salud humana y animal. Este tipo de estrés puede tener varias consecuencias nocivas para la salud. Si el estrés es moderado, es usual sufrir una pérdida de peso corporal, y un debilitamiento del sistema inmune. Por lo tanto, el bienestar, la salud y la producción del rebaño se ven gravemente comprometidos.
En condiciones ganaderas extensivas, es un reto llevar un control exhaustivo del confort térmico de los animales. Es por este motivo, que se ha desarrollado un estudio para analizar los cambios de los componentes más pequeños de la orina (metabolitos) de cabras en lactación en condiciones de confort térmico y de estrés mediante técnicas de RMN (Resonancia Magnética Nuclear). Estos cambios son el reflejo de los reajustes del cuerpo para combatir el estrés por calor.
“Los resultados indicaron, sorprendentemente, que los cambios producidos eran mayoritariamente un aumento de seis metabolitos provenientes no directamente del animal, sino de los microorganismos que constituyen su microbiota intestinal (como el hipurato y otros derivados de la degradación microbiana de los aminoácidos). Hasta hace poco se desconocía el papel clave que tiene la microbiota (conjunto de bacterias, virus, hongos y protozoos), que vive en los intestinos, en la salud física y psíquica de los animales”, señalan desde la UAB.
“La pregunta que se planteó fue: ¿Cómo puede ser que encontráramos estos componentes microbianos muy elevados en la orina cuando se está sufriendo el estrés por calor? La explicación es interesante y recae en los efectos indirectos producidos por el calor en la microbiota intestinal. Una microbiota intestinal sana controla la integridad de la pared intestinal, ayuda a la digestión de nutrientes y limita la adhesión de los microorganismos patógenos a la pared intestinal”, añaden.
“Bajo condiciones de estrés por calor, se produce un cambio en la microbiota debido a la redistribución de la circulación de la sangre hacia la parte más exterior del cuerpo. Los órganos internos reciben menos cantidad de sangre y, por tanto, menos oxígeno y el pH intestinal cambia. Estos cambios favorecen la proliferación de microorganismos nocivos que generan sustancias tóxicas y destruyen la integridad de las paredes del intestino. Este, pierde parte de su función como barrera natural y tanto bacterias como toxinas consiguen pasar al torrente sanguíneo”, explican.
Estos cambios en los metabolitos en orina, no sólo deja entrever que la barrera intestinal ha sido sobrepasada por microorganismos no deseados y agentes tóxicos sino que abre una puerta para la detección de estrés térmico de manera no invasiva en un examen de orina rutinario. “Especulamos que esta técnica podría ser aplicada también en salud humana para aquellos que trabajan en condiciones térmicas adversas”, concluyen.