La Asociación Mundial Veterinaria (WVA, por sus siglas en inglés) ha emitido un comunicado sobre su posicionamiento respecto a dos graves enfermedades zoonóticas, la cisticercosis y la equinococosis quística o hidatidosis.
“La cisticercosis es una enfermedad parasitaria que tiene implicaciones graves para la salud pública y consecuencias en la calidad de vida en las regiones en las que esta
enfermedad es endémica”, explica la WVA.
La infección por cisticercosis es causada por ingerir huevos de Taenia solium, la solitaria del cerdo. Los factores de riesgo incluyen el consumo de carne de cerdo, frutas y verduras contaminadas con T solium, como resultado de la cocción insuficiente o la preparación inadecuada de alimentos. La enfermedad también se puede diseminar por contacto con materia fecal infectada.
Esta enfermedad predomina en zonas rurales y zonas urbanas periféricas, donde los cerdos son criados en contacto cercano con los seres humanos y las condiciones sanitarias son insuficientes. También puede ocurrir en entornos urbanos que tengan mala higiene.
Por su parte, la equinococosis enquistada (CE), también denominada como hidatidosis, es también una zoonosis causada por el gusano Echinococcus granulosus, una solitaria presente en los perros y otros cánidos. “La distribución geográfica de la CE depende de la prevalencia del huésped intermedio del parásito y de su estrecho contacto con el huésped final, el perro”, indican. Los humanos se infectan cuando tragan los huevos del gusano por medio de alimentos contaminados. Los huevos posteriormente forman quistes dentro del cuerpo principalmente en los pulmones y el hígado. Los quistes también se pueden encontrar en el corazón, los huesos y el cerebro.
En este sentido, desde la Asociación hacen un llamamiento para que los veterinarios, como figuras claves en mitigar y eliminar los riesgos para la salud pública de las dos enfermedades, apliquen de forma “estricta” las prácticas higiénicas de sacrificio.
Estas prácticas incluyen la inspección estricta de la carne y llevar a cabo los procedimientos correspondientes para asegurar que los órganos infectados se eliminen del procesamiento posterior y acaben en instalaciones a las que no tengan acceso perros callejeros u otros animales.
Asimismo, abogan por aumentar la educación en salud pública; detección precoz de enfermedades parasitarias; desarrollo e implementación de políticas veterinarias para la gestión de poblaciones de perros callejeros; y velar por que las medidas de salud y seguridad estén en vigor y estén bien reguladas.
“Con una atención diligente, apoyo y aportaciones de los veterinarios, el impacto de estas dos enfermedades zoonóticas en humanos y animales, a menudo descuidadas, puede reducirse considerablemente”, afirman.