El proyecto CIGUARISK, es un proyecto de investigación conjunta entre el CSIC-IDAEA, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que, coordinado por el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), pretende evaluar el riesgo de ciguatera para poder proteger al consumidor y asesorar a los sectores de la acuicultura y de la pesca.
La ciguatera es una intoxicación alimentaria producida por el consumo de peces marinos que contienen ciguatoxinas, unas potentes neurotoxinas principalmente presentes en las aguas del trópico y subtrópico. Los síntomas asociados a la ciguatera son problemas digestivos, cardiovasculares y neurológicos, que pueden perdurar durante meses. Estas ciguatoxinas son producidas por algas unicelulares (dinoflagelados) de los géneros Gambierdiscus y Fukuyoa y se transfieren y transforman a través de las redes tróficas llegando a los consumidores. “Sabemos que están presentes en las Canarias o en Madeira, y se han detectado en Creta, Chipre y las Baleares, pero todavía sabemos poco sobre la dinámica de estas poblaciones en aguas del Mediterráneo y el potencial peligro que puedan suponer para los consumidores”, señala María Rambla, investigadora del programa de Aguas Marinas y Continentales del IRTA.
Por ello, una de las tareas fundamentales del proyecto es determinar la abundancia y distribución espacio-temporal de las especies de Gambierdiscus y de Fukuyoa, así como la cantidad y composición de las ciguatoxinas que producen para ver cómo se acumulan estas toxinas y cómo cambian sus perfiles y toxicidades a medida que se transfieren a lo largo de la cadena trófica (de algas a herbívoros/omnívoros, y de estos a carnívoros y otros organismos marinos).
El objetivo final de estas investigaciones es construir un modelo integrado de evaluación de riesgos que prediga cuándo pueden darse episodios de ciguatera.