La fiebre Q o coxielosis es una enfermedad distribuida a nivel mundial y causada por una bacteria intracelular gram - denominada Coxiella burnetii. Es una zoonosis ocupacional, es decir, una enfermedad que se transmite de animales a humanos, afectando principalmente a determinados grupos que trabajan en contacto directo con animales (ganaderos, veterinarios, empleados de mataderos…). La fiebre Q afecta a un elevado número de especies animales, tanto domésticas como silvestres. El ganado infectado, en particular las cabras y las ovejas, puede causar brotes de fiebre Q en humanos. Sin embargo, la vida silvestre es el origen de varios casos de fiebre Q en humanos.
Los impactos humanos sobre los hábitats, la biodiversidad y el clima son responsables de los cambios en los patrones de interacción entre los animales domésticos, la vida silvestre y los humanos, lo que permite que los animales salvajes, como corzos, jabalíes o ciervos, desempeñen un papel cada vez más relevante como reservorios de la fiebre Q.
En la Península Ibérica, los impactos humanos sobre el medio ambiente combinados con una alta biodiversidad, que podría mantener altas tasas de transmisión de este patógeno multihuésped, hacen de los reservorios silvestres una pieza importante en la epidemiología de la fiebre Q.
Partiendo de dichas premisas, un equipo de investigadores españoles del Instituto de Salud Carlos III y del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) ha realizado un estudio donde han revisado la notificación de infecciones por C. burnetii y la exposición en mamíferos silvestres ibéricos y analizado el vínculo entre la diversidad de mamíferos silvestres y la frecuencia de notificaciones de C. burnetii en la vida silvestre.
Para ello, estimaron el número de especies de mamíferos salvajes en la España peninsular y Portugal como un predictor potencial de transmisión de C. burnetii. Los resultados del análisis mostraron una relación entre el número de especies de mamíferos silvestres y la presencia de casos de C. burnetii informados en la literatura, tanto por serología, como por PCR.
Asimismo, el aumento de la diversidad de mamíferos silvestres, es decir, la coexistencia de diversas especies, se relacionó con el aumento de la transmisión de C. burnetii hasta un nivel intermedio. Por lo tanto, “a niveles altos de diversidad de mamíferos silvestres, el riesgo de transmisión de C. burnetii fue menor”.
En conclusión, “estas observaciones muestran un papel de la biodiversidad de mamíferos silvestres en la ecología de C. burnetii que debe explorarse más a fondo para prevenir mejor el impacto negativo de la fiebre Q en el ganado y la salud humana en la Península Ibérica”, determinan los autores.