El 31 de diciembre de 2019 las autoridades sanitarias chinas informaron a la OMS de un grupo de pacientes con síntomas respiratorios y neumonía, pero sin causa conocida. Más adelante, los casos se relacionaron con la identificación de un nuevo tipo de coronavirus. El origen del brote se situó en un mercado de carne y pescado de la ciudad de Wuhan, en China, pero aún se desconoce la causa inicial del brote y la capacidad de transmisión del virus.
Los primeros casos aparecieron a mediados de diciembre, en plena época de gripe, cuando en la ciudad de Wuhan comenzaron a ingresar a los hospitales varias personas afectadas por un proceso de neumonía. Se detectó que todos estos pacientes trabajaban o visitaban con frecuencia el mercado de marisco y carne de Huanan. Dentro de la comunidad científica se especula que el origen podrían ser animales infectados, tal como ya sucedió en los casos de SARS (Síndrome respiratorio agudo grave)-CoV y de MERS-CoV. No fue hasta el 30 de enero de 2020 cuando la OMS declaró la epidemia como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII).
UN VIRUS MUY PARECIDO AL CONOCIDO SARS-COV
Los análisis de diferentes secuencias genéticas del nuevo coronavirus confirmaron que este tiene un 79% de similitud con el SARS-CoV. De hecho, recientemente la OMS ha bautizado el virus con el nombre de SARS-CoV-2. Tanto el virus del SARS como el de MERS pertenecen a la misma familia de virus, los coronavirus, y tienen este nombre debido a la forma que les dan las proteínas de su envoltorio, que dibujan una forma de corona. Estos coronavirus altamente patógenos son zoonóticos, es decir, que se transmiten de animales a humanos, y viceversa, aunque también tienen capacidad de transmitirse entre humanos, especialmente el SARS-CoV-2.
Desde el momento en que se conoció la secuencia genética del SARS-CoV-2, el 10 de enero de 2020, se hicieron varios estudios que demostraron que el virus tenía muchas similitudes con otras secuencias de virus encontradas en murciélagos (87%). Es difícil asegurar que el virus causante del COVID-19 haya pasado directamente de los murciélagos a los humanos. Además, predecir el salto genético de un virus de origen animal a humanos es muy complejo, ya que los murciélagos se consideran un reservorio ancestral de virus de mamíferos (se han llegado a encontrar más de 250 virus diferentes en distintas especies de murciélagos). Es cierto que en el sureste asiático localizamos zonas de alta concentración de estos animales, hecho que no sucede en la mayor parte de Europa. Y desde una perspectiva cultural estos animales forman parte en ocasiones incluso de la dieta, lo que podría haber facilitado la eventual transmisión de virus a personas; no obstante, ello es aún un dato muy especulativo sin contrastar.
El salto de un virus de una especie animal a otra debe enfocarse desde una perspectiva multifactorial. Para que se de este fenómeno a partir de un murciélago, por ejemplo, la hipótesis más probable es que exista un huésped intermediario: un animal doméstico o salvaje que haya facilitado el salto inter-especie. Estos saltos de especie se dan continuamente en la naturaleza, como ha sido el caso para el SARS-CoV y el MERS-CoV, a pesar de que haya que contemplar también el papel que juegan hábitos personales, culturales, cambio climático, etc. Otro aspecto que se desconoce es cuándo se ha producido este salto, cuándo han sucedido las mutaciones desde el virus inicial del murciélago hasta el virus que ahora afecta a las personas.
En un primer estudio publicado en la revista F1000Research, en el que ha participado el equipo experto en coronavirus zoonóticos del IRTA-CReSA, se ha sugerido que las civetas, popularmente conocidas como jineta o gato almizclero, y los pollos, podrían ser posibles huéspedes intermediarios del virus. Sin embargo, esta es una predicción muy inicial que habrá que confirmar a través de futuros estudios epidemiológicos y experimentales. Tampoco se sabe cuáles son los condicionantes para que haya habido el paso del murciélago a otra especie intermediaria y después, a las personas. Se ha especulado mucho sobre la cantidad y diversidad de animales que había en el mercado de Wuhan, pero no sabemos si el brote se originó allí o fueron personas ya infectadas que acudieron en aquel lugar e iniciaron el brote. Se necesitan realizar estudios retrospectivos para saber si este virus ya circulaba desde hacía tiempo, y los estudios más preliminares indican que probablemente es así. En el caso del MERS-CoV, por ejemplo, se demostró que existía un virus similar en los dromedarios varias décadas atrás.
SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD
En general, los coronavirus causantes del SARS, MERS y COVID-19 se transmiten por vía aérea y afectan al tracto respiratorio, principalmente a los pulmones. Los principales síntomas de la enfermedad son similares a los de una gripe, con fiebre, tos, mucosidad, dolor y malestar general y problemas respiratorios que pueden ir de leves a graves. También se han dado casos asintomáticos y los casos de muerte han coincidido, la mayoría, con ancianos (personas mayores de 60 años) o personas con previas complicaciones médicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.
¿ES UN VIRUS PELIGROSO?
Podríamos afirmar que se trata de un virus mucho más transmisible entre personas que el SARS-CoV o el MERS-CoV y que es lógico que esto preocupe a nivel internacional, tal como expresa la OMS. Desde el punto de vista de salud pública seguramente se está causando una alarma excesiva, pero en general, es mejor alarmar en exceso que en defecto, o, en otras palabras, es mejor prevenir que curar.
Los profesionales de la medicina y de la epidemiología están advirtiendo que la gripe estacional puede tener síntomas clínicos similares a la COVID-19, lo que puede llevar a confusiones. No obstante, la letalidad (número de personas infectadas que acaban falleciendo) de este nuevo coronavirus es más alta que la gripe, pero al infectar el virus de la gripe a muchas más personas globalmente, el número de personas fallecidas es superior con la gripe estacional. Otra gran diferencia es que conocemos mucho mejor la gripe y su comportamiento que este nuevo coronavirus. Este desconocimiento es uno de los motivos principales por los que hay tanta alarma a nivel mundial.
DATOS
Partiendo como referencia de los datos de letalidad de otros coronavirus similares, la epidemia de SARS, con el último caso reportado hace más de 15 años, provocó la muerte de 800 personas e infectó a unas 8.000 con una tasa de letalidad del 10%. El MERS-CoV, todavía activo, pero geográficamente contenido en la Península Arábiga, ha infectado cerca de 2.500 personas con más de 850 casos fatales, por lo tanto, con una letalidad del 35%.
Según los datos actuales, la letalidad del SARS-CoV-2 está alrededor del 3% a día de hoy, aunque los datos varían a diario y podrían cambiar en cuestión de días. Es cierto que el virus causante de la COVID-19 se está distribuyendo geográficamente con una gran facilidad que está muy relacionada con la movilidad humana. En un mes y medio ya ha superado el número de muertes causadas por el SARS-CoV. Pero de momento, se considera que el virus causante de la COVID-19 es menos agresivo en sus consecuencias en comparación con los del SARS y el MERS.
También hay que tener en cuenta que, aunque la epidemia haya emergido hace unas semanas, no podemos descartar que haya habido episodios previos que en su momento se confundieran clínicamente con otros problemas respiratorios. Sabemos que hay un porcentaje de personas que no presentan síntomas clínicos cuando están infectados. De aquí la importancia de hacer estudios retrospectivos para ver si desde finales de 2019 estamos delante del primer episodio de transmisión de este coronavirus en humanos.
Si a nivel global somos capaces de mantener medidas de prevención muy básicas como por ejemplo no acercarnos a personas enfermas sin la protección adecuada o equipos de protección individual, o bien aplicar protocolos de lavado de manos, la epidemia tendría que declinar de forma natural. Ahora bien, ¿cuánto tiempo tardará la curva epidémica en bajar? Esto, de momento, no lo sabemos.
LOS PRIMEROS ESTUDIOS HACIA UNA VACUNA
Un paso importantísimo para avanzar a nivel mundial fue conseguir aislar el virus para poder estudiarlo en los laboratorios, conocerlo mejor y plantear estudios sobre vacunas y tratamientos.
Varios grupos de investigación de centros de todo el mundo, con experiencia y capacidad para hacer estos estudios, están empezando a planificar sus proyectos y experimentos. De hecho, los virólogos del IRTA-CReSA son miembros de una red global de virólogos, la Global Virus Network desde a partir de la cual están en contacto permanente con todos los científicos interesados en esta nueva línea de investigación. En el ámbito español, el equipo del Dr. Enjuanes del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, con muchos años de experiencia, también están haciendo los primeros estudios para trabajar con una posible vacuna.
Este artículo originalmente ha sido redactado para la red RISA (Red de investigación en Sanidad Animal), a cargo de Julia Vergara-Alert (investigadora IRTA-CReSA), Joaquim Segalés (investigador IRTA-CReSA y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona UAB), Xavier Abad (responsable de la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA), Jordi Rodon (investigador IRTA-CReSA) y Marina Torres (comunicación del IRTA-CReSA).