El Laboratorio de Listeria del Centro Nacional de Microbiología (CNM) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), que lleva activo más de 30 años, está teniendo un papel relevante en el análisis de muestras para el manejo del brote de listeriosis que se detectó en España el mes pasado, con Andalucía como principal foco. Julio Vázquez, jefe del laboratorio, y Raquel Abad, una de sus investigadoras principales, explican el trabajo del laboratorio en las últimas semanas, y su labor general. El Laboratorio de Listeria, con el soporte de las Unidades Centrales de Genómica y Bioinformática, se está encargando de recibir, analizar, secuenciar y catalogar centenares de muestras biológicas del citado brote.
Como laboratorio de referencia en el Sistema Nacional de Salud, el laboratorio en el que trabajan Vázquez y Abad ha secuenciado hasta la fecha más de 170 muestras aisladas de Listeria monocytogenes, la bacteria causante de la listeriosis, en relación al actual brote. Al igual que el resto de laboratorios de referencia que tiene el CNM, el de Listeria ofrece servicios de diagnóstico, caracterización, mantenimiento y suministro de material, y asesoría científico-técnica a los diferentes agentes del Sistema Nacional de Salud (SNS). "Laboratorios de referencia como el de Listeria son básicos para el buen funcionamiento del SNS, ya que aportan metodologías diagnósticas, de caracterización y de control de enfermedades que, por su complejidad o su baja prevalencia, no forman parte de la cartera de servicios del sistema sanitario", apuntan.
Según explican Vázquez y Abad, el laboratorio de Listeria incorporó la tecnología de secuenciación de genomas completos para labores de vigilancia de salud pública en 2017, aunque desde 2015 tiene secuencias genómicas almacenadas. Desde entonces, se han secuenciado más de 700 cepas de listeria, fundamentalmente de casos clínicos.
La secuenciación masiva es un método que permite obtener la secuencia total de ADN de un microorganismo, en este caso la bacteria L. monocytogenes, lo que permite realizar estudios de análisis, seguimiento, evolución y trazabilidad al obtener la huella genética del microorganismo. La trazabilidad y seguimiento de los microorganismos analizados permite averiguar la fuente u origen de un determinado brote infeccioso, incluso analizar el movimiento geográfico de microorganismos que, por ejemplo, sean especialmente virulentos o resistentes al tratamiento con antibióticos. De esta forma, es posible saber de dónde proviene un microorganismo, cómo se ha expandido e incluso predecir una posible futura expansión.
Abad explica la importante diferencia entre el diagnóstico por detección de listeria en una muestra clínica, y el proceso de caracterización del microorganismo: "Puede haber dos pacientes diagnosticados de listeriosis, pero, al caracterizar las cepas en nuestro laboratorio de referencia, podemos saber si son diferentes, aun siendo ambas de la misma especie bacteriana. Así, podemos saber si, por ejemplo, las cepas tienen una diferente fuente de infección y no están relacionadas entre sí".
La disponibilidad de bases de datos con secuencias de genómas de microorganismos como la L. monocytogenes permite saber si entre las cepas secuenciadas y clasificadas en los últimos años hay coincidencia con la cepa del actual brote de listeriosis. Los investigadores señalan que la cepa del brote andaluz "no coincide con ninguna de las que están incluidas en la base de datos del laboratorio". Ambos añaden que el hallazgo de cepas con huellas genéticas nuevas, como la protagonista del brote detectado el mes pasado, es "relativamente frecuente".
EL LABORATORIO Y EL CNM, PIONEROS
Más allá de su trabajo en las últimas semanas, el Laboratorio de Listeria del CNM lleva más de tres décadas funcionando. Vázquez señala que nació cuando los brotes de listeria eran poco conocidos en España, pero se pensó que era de interés para el Sistema Nacional de Salud porque estos brotes sí eran relativamente frecuentes en países del entorno como Francia y Suiza: "El laboratorio del CNM fue pionero en describir por primera vez a nivel mundial un sistema de tipado molecular, que posteriormente sirvió de base para otros modelos ampliamente utilizados en todo el mundo".
Con respecto al Centro Nacional de Microbiología, lleva activo como tal desde la creación del ISCIII, en 1986, aunque su historia se remonta años atrás; desde los años 60 ya funcionaba con la denominación de Centro Nacional de Microbiología, Virología e Inmunología Sanitaria, nombre que cambio en los años 80 por el actual. El CNM da soporte científico-técnico al Ministerio de Sanidad, las comunidades autónomas y a todo el Sistema Nacional de Salud, realizando labores de diagnóstico, prevención, formación, divulgación y control de enfermedades infecciosas a través de diferentes servicios de laboratorio.