El ciberacoso también denominado acoso virtual o acoso cibernético, es el uso de medios de comunicación digitales para acosar a una persona o grupo de personas, a través de divulgación de información confidencial o falsa. Estos actos de ciberagresión poseen unas características concretas como son el anonimato, inmediatez y gran difusión. Esta última característica y su omnipresencia en internet, provoca que pueda llegar a ser tan o más traumático que el acoso físico.
A pesar del aparente anonimato de los ciberacosadores y a diferencia del acoso físico, las acciones realizadas quedan registradas. Esto permite a su vez, que se puedan realizar investigaciones sin que los testigos tengan que testificar o dar sus datos.
Los profesionales dedicados a las ciencias de la salud, no son ajenos a estos fenómenos y sufren hostigamiento y maltrato por parte de sus pacientes/clientes. En el caso de la profesión veterinaria, los acosadores intentan dañar su reputación utilizando palabras vulgares y manipulando a gente contra el veterinario. Envían de forma periódica correos difamatorios a su entorno y hacen pública la identidad del profesional en un foro determinado, incluso facilitando en algunos casos su teléfono, de manera que gente extraña se puede adherir a la agresión.
Algunos propietarios de animales de compañía, así como grupos animalistas, realizan ataques y campañas de desprestigio en contra de los veterinarios porque exigen atención médica gratuita para los animales que rescatan de la calle, acusándolos de no tener ética profesional, de no preocuparse por ellos y de interesarse únicamente por el dinero. No hace mucho, la fachada de la sede del Colegio de Veterinarios de Madrid fue objeto de un ataque perpetrado por animalistas, que lanzaron pintura roja a la misma y dejaron un comunicado en la puerta contra la «explotación humana de los animales».
Las principales razones por las que se sienten amenazados estos profesionales tienen que ver con el tema económico, el fallecimiento de animales o porque desconfían de la mala praxis del veterinario. A este respecto, la sociedad debería saber que todos los Colegios Veterinarios poseen una Comisión Deontológica donde se puede exponer el caso de su mascota o animal de renta, para que éste sea analizado y se tome la decisión más justa.
Como cualquier profesión, el veterinario ofrece sus servicios a cambio de una contraprestación económica; está claro que todo el mundo necesita vivir y pagar cosas, y los veterinarios no son la excepción.
Es evidente que, para tratar cualquier patología animal, en primer lugar, se debe realizar un diagnóstico y hasta el día de hoy, no hemos descubierto técnicas mágicas para ello. Esta es la razón por la que se realizan pruebas diagnósticas específicas a criterio del profesional veterinario. En este sentido, es preciso resaltar que en medicina veterinaria no existe Seguridad Social y que, por tanto, llevar acabo pruebas complementarias como un escáner, una ecografía, o una radiografía cuestan dinero.
Afortunadamente, recientemente ha visto la luz la primera sentencia por amenazas a través de las redes sociales, por dañar la imagen pública del Hospital Veterinario de Cantabria. Esta sentencia considera que la intención del denunciado era generar un perjuicio económico y dañar la imagen del hospital. El condenado llegó a amenazar con “hundirlo en las redes sociales” y el único motivo por el cual lo hacía era que le devolviesen el dinero que había pagado por un servicio prestado.
Finalmente, debemos recordar que, gracias a los veterinarios, los animales con quienes convivimos de forma directa o indirecta se encuentran saludables, en virtud de lo cual, esta sociedad puede disfrutar no solo de su compañía sino también de alimentos con absoluta garantía.