La detección del cáncer se utiliza para identificar lesiones preneoplásicas y enfermedades neoplásicas antes de que se desarrollen los síntomas relacionados con el cáncer. Este proceso patológico en las personas puede realizarse mediante un examen físico (por ejemplo, un examen de la piel o de los senos), pruebas de laboratorio como la prueba del antígeno prostático específico, procedimientos de diagnóstico por imágenes como la mamografía o la colonoscopia, o una detección genética en poblaciones de mayor riesgo, para cánceres específicos, para identificar mutaciones genéticas que se asocian con un mayor riesgo de desarrollo de tumores.
El principal beneficio de los procedimientos anteriores es la detección de neoplasias malignas en una etapa más temprana y, a menudo, más tratable de la enfermedad, lo que se traduce en mejores resultados a largo plazo para el paciente.
Para que la detección del cáncer sea eficaz, una prueba o procedimiento debe ser capaz de identificar cánceres antes de que se desarrollen los síntomas relacionados con la enfermedad, y debe existir evidencia de que el tratamiento iniciado antes como consecuencia de la detección refleja mejores resultados para el paciente.
Las recomendaciones de detección para las personas se basan en una combinación de género, edad, ubicación del desarrollo del cáncer, así como factores de riesgo familiares, de estilo de vida y/o genéticos.
En este sentido, existe un creciente interés en la detección del cáncer en la medicina veterinaria. Esta neoplasia es la principal causa de muerte en perros mayores, y algunos pacientes veterinarios pueden tener un mejor pronóstico cuando su cáncer se detecta y se trata en una etapa más temprana de la enfermedad.
Actualmente, existen varias pruebas de detección de múltiples cánceres para perros que están disponibles comercialmente para los dueños de mascotas con especificidad y sensibilidad reportadas para estos ensayos, para ayudar a los usuarios a comprender los beneficios y limitaciones de estas pruebas.
Sin embargo, es un desafío comprender el valor predictivo positivo (VPP) de cualquier prueba de detección veterinaria, ya que es necesario conocer la prevalencia del cáncer subyacente y no diagnosticado en la población objetivo que se está examinando para calcular el VPP. Esta información está fácilmente disponible en medicina humana, pero la escasez de registros de cáncer veterinario ha impedido la comprensión completa de la verdadera prevalencia del cáncer.
Para abordar la brecha en el conocimiento sobre la prevalencia del cáncer en perros, un grupo de investigadores de Estados Unidos ha revisado la prevalencia del cáncer oculto en una población de canes de mediana a mayor edad para determinar su elegibilidad para participar en un ensayo clínico preventivo del cáncer.
El objetivo principal de este estudio fue determinar la prevalencia de neoplasias malignas no diagnosticadas previamente en una cohorte de perros sanos de mediana a mayor edad. Un objetivo secundario fue determinar los métodos de diagnóstico mediante los cuales se identificaron estas neoplasias con mayor frecuencia.
Los autores reclutaron perros sanos de entre 5,5 y 11,5 años para inscribirse. Para evaluar a los canes en busca de neoplasia oculta antes de su inclusión en el ensayo clínico, un veterinario realizó un examen físico general, aspiración con aguja fina y evaluación citológica de las masas dérmicas y subcutáneas. La evaluación citológica inicial fue realizada por un oncólogo o un interno o residente de especialidad en oncología; si se observaron células preocupantes, se recomendó que la muestra se enviara para su evaluación por un patólogo clínico. Si no se pudo obtener un diagnóstico definitivo con citología, se recomendó una biopsia e histopatología. Se realizaron un hemograma completo, un panel químico, un análisis de orina y una prueba de tiempo de protrombina/tiempo de tromboplastina parcial, así como radiografías torácicas de tres vistas y una ecografía abdominal; las imágenes de diagnóstico fueron evaluadas por un radiólogo certificado.
En total, examinaron 902 perros para participar en el estudio. Las razas consideradas con mayor riesgo de desarrollo de cáncer (Golden Retriever, Boyero de Berna y Bóxer) se analizaron por separado para determinar si la prevalencia de detección de cáncer sería diferente para estas razas.
En el momento de la evaluación, 24 perros (2,7 %) fueron diagnosticados con cáncer, mientras que otros 30 perros (3,3 %) tenían anomalías identificadas para las cuales no se pudo descartar la neoplasia maligna, pero no se confirmó definitivamente.
Los perros diagnosticados con, o con sospecha de tener, cáncer en la detección eran significativamente mayores (ocho años) que los perros sin cáncer detectado (siete años). Además, no hubo diferencias significativas en el peso, el sexo o el estado de castración entre los grupos. En cuanto a la raza, los resultados no fueron estadísticamente diferentes cuando se compararon con la población general del estudio o con perros de raza mixta.
Por lo tanto, la prevalencia de cáncer confirmado en esta población fue del 2,7 % y del 6 % cuando se incluyeron los casos en los que se sospechó neoplasia maligna.
Veinte de estas 24 neoplasias malignas (83 %) se detectaron mediante examen físico, dos por anomalías en los análisis de sangre (linfocitosis [n = 1] e hipercalcemia [1]), una mediante ecografía abdominal y otra en radiografías torácicas.
En los perros detectados por examen físico, el diagnóstico se realizó con citología por aspiración de una masa dérmica o subcutánea en 20 perros (83 %).
Mientras que en los 24 perros diagnosticados con una neoplasia maligna en la selección, los tumores de mastocitos se diagnosticaron con mayor frecuencia (41,7 %). Otros tumores diagnosticados incluyeron adenocarcinoma del saco anal de la glándula apocrina (tres), sarcoma de tejidos blandos (tres), carcinoma de tiroides (dos), entre otros.
Ante estos hallazgos, los autores han comentado que la mayoría de estos tumores se identificaron en el examen físico, y el diagnóstico se confirmó con aspiración con aguja fina y citología, lo que “enfatiza la importancia del examen físico de rutina en la detección de cáncer en perros y la transmisión al propietario de la importancia de la aspiración de todas las masas accesibles con análisis por parte de un evaluador con experiencia en citología”.
En conclusión, “la prevalencia de neoplasia maligna oculta en perros sanos de mediana edad a mayores parece baja, y muchos de estos cánceres pueden detectarse con un examen físico exhaustivo que incluya un examen rectal”. La aspiración y la evaluación citológica de las masas subcutáneas y dérmicas identificadas en el examen “proporcionaron un diagnóstico para la mayoría de los perros en esta población de estudio”.
Una vez diagnosticado, se debe determinar si el tumor es operable, valorar su grado de malignidad y su potencial metastásico. Pero no solo hay que considerar las características de la neoplasia, se debe tener en cuenta los factores individuales del animal, incluida la evaluación de los riesgos anestésicos.
Por otra parte, es indispensable realizar una valoración de la ubicación. Si bien es cierto que la cirugía, o la combinación de cirugía y radioterapia, han mostrado la mejor tasa de control para tumores localizados, estas opciones no siempre son las más adecuadas, especialmente cuando el tumor se encuentra en áreas que son complicadas de tratar, como por ejemplo las articulaciones de las extremidades, los párpados o los genitales en caso de los tumores cutáneos.
Conscientes de la elevada incidencia de los mastocitomas, y gracias a la colaboración de la empresa de salud animal Virbac con QBiotics, llegó al mercado Stelfonta®, especialmente adecuado para los casos de mastocitomas en que la cirugía es complicada y arriesgada, ofreciendo al veterinario nuevas opciones de tratamiento.
El producto se administra en forma de inyección intratumoral, y está indicado para la eliminación de mastocitomas cutáneos irresecables y no metastásicos en cualquier localización, y mastocitomas subcutáneos no resecables y no metastásicos en el codo o en el corvejón o distales a ellos.